Caridad.

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Capítulo 10: Caridad.

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Dientes perfectos, sonrisa radiante, ojos azules, cabello lacio negro, alto, porte seguro, vestimenta moderna, conocía a su Astrid. Definitivamente la visita inesperada no le agradó a Hiccup.

"¿Quién es ese tipo?" Reclamó con los brazos cruzados.

— ¡Nero! —Exclamó Astrid, no contestando realmente a la pregunta más bien la impresión hizo decir el nombre de aquel antiguo conocido. — ¡Cuánto tiempo!

El mencionado se acercó feliz a su amiga y le dio un caluroso y amistoso abrazo, apretando con sus fuertes brazos el cuerpo Astrid mientras acariciaba suavemente su espalda; Hiccup quedó boquiabierto con tal muestra de afecto y más al ver la expresión incrédula de Astrid, cuyas mejillas sólo se tornaron de un ligero rosa.

— ¿Ya se conocían? —Preguntó Luggy ensoñada.

—De hecho todos lo conocemos. —Contestó Fishlegs. —Tú también, sólo que tenías 5 años en aquel entonces.

—Así es. —Siguió Nero. —Eras tan sólo una pequeñita, Astrid tenía 10 años y yo tenía 17 años.

—Parece como hubiera sido ayer cuando vi a ambos en aquella demostración. —Dijo Stormfly suspirando. —Yo tenía 20 años, de hecho Nero fue el primero que se había ofrecido a entrenar a Astrid, aunque no estoy segura si lo dijiste jugando o era verdad.

— ¿Cómo estuvo eso? —Preguntó Luggy interesada, algo que también se había preguntado Hiccup.

—Pues verás. —Inició Nero el relato. —Yo en aquel entonces también era patinador artístico sobre hielo.

"¡Ja, que gay!" Se burló el fantasma, Astrid al escucharlo se sonrojó y le dio una mirada con reproche, tratando de evitar regañarlo en frente de su conocido.

— ¡Ahora recuerdo! —gritó Luggy emocionada. —Eres ¡Nero Renvann! ganaste la medalla de plata en las olimpiadas del 2007 a los 18 años, mi hermanita te adoró.

El comentario de Luggy hizo sonrojar a Astrid, esta se golpeó la frente queriendo que la tierra se la tragase en ese mismo momento.

—Es bueno saberlo. —Bromeó Nero. —Pero bueno, yo conocí a Astrid durante un entrenamiento que llevaba en la misma pista que ella; se me hizo de lo más tierno que la pequeña Astrid diera todo de sí misma sin tener a un entrenador, entonces un día ayudándola con uno de los saltos le dije:

—"Pequeña, algún día yo te entrenaré". —Imitó Astrid con una sonrisa.

—Y agregué que podríamos ser una buena pareja. —Agregó Nero ruborizando a la rubia. — ¡Claro! En el hielo... no pienses mal, aunque debo decir que los años te favorecieron mucho y ya no eres una niña sino una hermosa señorita...

La patinadora dio una risa nerviosa, sintiendo un bochorno por su cuerpo que empezaba desde lo pies y le subía hasta la cabeza. Esos de los halagos no era lo suyo y el deseo de querer golpear a todo aquel que la halagara llegaba a ella. Algo no muy factible como figura pública que era.

Mientras tanto Hiccup estaba que echaba humo por la nariz, la plática era de lo más incómoda y reconoció que Nero era muy directo con sus comentarios que hacía halagos de un nivel mayor a los de Eret, según él.

— ¿Y qué pasó después? —Preguntó Luggy rompiendo la tensión del momento.

—Como sabes, fui a las olimpiadas y gané la medalla de plata, en aquel entonces mi representante y entrenador me presionaron mucho ya que no les gustaron mis resultados; me fue imposible volver a ver a Astrid y al final terminé por dejar el deporte antes de las olimpiadas del 2011. Para cuando quise acercarme de nuevo a ella, la señorita Stormfly ya la había tomado como su alumna, y claro, como ella es una patinadora talentosa supe que estaría mejor con ella.

Cómo entrenar a una patinadora (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora