Guerra de entrenadoras.

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El ruido escandaloso de los trenes que habían arribado se escuchaba por toda la pequeña estación.

Todos los deportistas con sus acompañantes observaron la pequeña pero bien mantenida y tradicional estación la cual era tenía la estructura de una cabaña de madera de un color amarillento que parecía ser sacada de un cuento para niños, alrededor de esta, un prado con hierbas altas y amarillosas, símbolo del otoño.

—Bienvenidos a Stavanger. —señaló Nero con los brazos abiertos, él sería su guía al trayecto al escenario donde se haría el evento.

—Que porquería de lugar. — se quejó Snotlout, al verse fuera de los grandes edificios de la capital a los que estaba acostumbrado.

—A mi parece un bonito lugar. —Comentó Camicazi mirando por los alrededores.

—Sí, es bonito. —Concordó Astrid.

—Entonces, si a ambas les gusta. —Snotlout cambió de opinión y les lanzó una mirada "coqueta" a ambas chicas. Ambas se asquearon por tal gesto que no hizo más que subir el ego del jugador de hockey. —Preciosas, no se peleen por mí. –dijo insinuante viendo especialmente a Camicazi, tomándose su papel de príncipe muy enserio.

—Dioses, que asco.—Burglar se golpeó la frente tratando de asimilar la idea de pretender amarlo en la actuación, algo que le costaría mucho de interpretar, más era un actriz experta , o al menos con los medios, y esperaba que todo eso le ayudara en su interpretación.

Un transporte del escenario los llevaría al lugar; sin embargo, aún no llegaba, por lo que decidieron esperar dentro de la estación, donde había varias bancas de madera y una pequeña cafetería. El interior del lugar era muy rustico y se entretuvieron por unos momentos con las viejas fotos de ferrocarriles, en especial Hiccup, que también vio unas fotografías de viejas avionetas, así como fotografías de pilotos de leyenda.

— ¿Te gusta?—preguntó Astrid poniéndose a su lado.

"Sí, es una avioneta fascinante". A Hiccup le brillaban los ojos con sólo ver la máquina.

—Cuando estabas con vida...

Astrid se silenció no encontrando las palabras correctas para tratar de hablar del pasado de Hiccup, así como de una idea que se le ocurrió de un segundo a otro al verlo tan animado.

"¿Sí?" La incitó a continuar al ver lo indecisa que estaba.

La rubia tomó un respiro antes de hablar, preparándose para cualquier tipo de reacción por parte del fantasma, la cual se prometió a comprender en caso de decir alguna imprudencia.

—Cuando estabas vivo...—suspiró— Eras algo así como un piloto. ¿No es así?

"Sí, eso creo". Contestó dudoso. "Yo iba piloteando el avión en el que me accidenté y morí".

— ¡Ah!... entonces, si me llegara a subir en uno de esos aviones. —señaló una fotografía donde había un avioneta para fumigar los campos. — ¿me podrías decir cómo volar?

"¿Qué pretendes?" preguntó cruzándose de brazos, frunciendo el ceño.

— ¡Ay! Está bien, quiero hacerlo por ti. —gruñó sonrojada, mientras que Hiccup dejó caer su mandíbula sutilmente, Astrid lo miró de reojo gruñendo aún más pues las palabras no salían de su boca. –Es decir, si quieres... ¡yo puedo subirme a uno de esos y VOLAR!

Gritó tan fuerte que todos los presentes en la estación se le quedaron viendo como si de una loca se tratara, por suerte se había colocado el auricular con el que fingía hablar por teléfono.

Cómo entrenar a una patinadora (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora