—La próxima vez que lo vea, no solo le voy a partir la cara, sino que le voy a arrancar las pelotas y haré que se las coma y luego las vomite. Mejor que ni respire en tu dirección porque lo moleré a golpes. A ese lame pollas hay que denunciarlo, no se puede quedar así como así.
Harry estaba agresivo. Lanzaba puñetazos contra la pared y pateaba el colchón de su cama.
Desde que me trajo a su departamento no había dicho palabra alguna, sólo me quedé mirando el suelo, jugueteando con un hilo suelto de la colcha que había
puesto sobre mis hombros para calentarme. Sentía la boca reseca y me ardían los ojos por seguir llorando; aun me temblaban las manos y no podía sujetar bien la taza
de chocolate que Harry había puesto entre mis dedos.
—______ —él se arrodilló para estar a la altura de mis ojos, me tomó de los hombros y me acercó un poco a su cuerpo—. Dime qué pasó. Me estoy muriendo lentamente imaginando todo tipo de cosas; nena, habla conmigo.
Rehuí su mirada y me concentré en el líquido marrón de mi bebida. Acerqué la taza a mi boca y lentamente tomé un sorbo de chocolate para armarme de valor.
—No pasó nada —dije rotundamente. No sabía por qué pero no estaba de ánimos para hablar con Harry de esto. No quería que supiera lo débil que actué, lo
impotente y torpe que me sentí cuando, entre Mason y el no Giulio, me sujetaron con
habilidad.
—Necesito que me lo digas. Si tú no me lo dices soy capaz de buscar a ese idiota y terminar lo que empecé. Te juro que lo haré.
Esta vez dejé que mis ojos tuvieran contacto visual con los suyos. Llevé mi mano a su mejilla y acaricié su pómulo con mi dedo pulgar.
—No fue solo Mason —logré decir a pesar del nudo en mi garganta.
Los músculos de Harry se tensaron, uno por uno. Sus ojos adquirieron un brillo salvaje y mortal que nunca había visto en él.
—¡Hijo de puta! —gritó poniéndose de pie. Se paseó de un lado a otro, y finalmente lanzó su puño contra el espejo empotrado en la pared de su habitación,
provocando que cientos de quiebres y rutas se le dibujaran a éste.
Vi cómo sus nudillos se inflamaban en cuestión de segundos, me levanté deprisa para estar a su lado.
—Tranquilízate —dejé la taza de chocolate sobre la mesita a la par de la cama, y corrí para tomarle la mano antes de que se le ocurriera golpear otra cosa de nuevo—
. Déjame explicarte todo. Ninguno de ellos llegó a… violarme, lo que sucedió fue
distinto.
—Explícame ahora antes de que cometa un delito mayor —dijo con la mandíbula apretada.
Y así le conté todo. Desde ver a Giulio (cuyo nombre real era Dante) hasta la sorpresa de tener a Marie entre los involucrados. Aun seguía temblando y las ganas
de llorar eran demasiado fuertes.
Me sentía cansada y me dolía todo el cuerpo; aunque no quería recordar nada de lo sucedido hace unas pocas horas, la imagen mental de Giulio abriendo mis
piernas no se iba a ir de mi cabeza en mucho tiempo.
—Sabía que ese imbécil no era de fiar —dijo Harry cuando terminé de contarle. Cepilló su cabello castaño con su mano y soltó un largo suspiro—. No sé si te lo dije antes pero nena, mataría por ti. Y justo ahora no es bueno recordar eso porque estoy