—¿Entonces ayer no fuiste a tu entrevista de trabajo? —preguntó mamá mientras ajustaba sus lentes de lectura.
Suspiré y me senté en el bulto de cojines que conformaban la sala.
—Nop. Se me olvidó y en ese momento estaba... ocupada.
Mis dedos se movieron alrededor de un hilo color magenta que se desprendía de uno de los cojines.
Mamá se encontraba en su máquina de coser, creando una colcha con pedazos de otras telas inservibles y con olor a moho que almacenaba en el sótano.
En serio, esta mujer iba a aparecer en uno de esos capítulos de acumuladores que pasaban en la televisión. Incluso creo que tenía guardada la ropa interior que usó el día de su boda. Ella conservaba todo lo que traía buenos recuerdos; si no pudo guardar mi cordón umbilical fue por puro milagro divino.
—Pastelito... —despegó la vista de su máquina y la fijó en mí; su boca color carmín hacía una mueca—, ¿estás manteniendo relaciones sexuales con el chico?
Mi rostro se puso más rojo que el color de las paredes de la casa.
—Aunque claro —continuó sin dejarme responder—, no te culparía. Si tu papá se hubiera visto así de buenote cuando tenía su edad, hasta yo me vería tentada por él.Uff, te habría concebido a los quince de ser posible...
—¡Mamá! —chillé avergonzada—, basta. Ya me hablaste de eso hace años... No necesito saber acerca la vida amorosa que mantenían papá y tú.
—Yo solo digo que, si estás "metiendo al conejo en tu madriguera", deberías usar protección. Y asegúrate de que sea el indicado o después lo lamentaras —regresó a su trabajo de costura y murmuró—: claro, de haber sabido que tu papá resultaría todo un imbécil, me habría seguido manteniendo pura para Bruce Willis, como era mi
plan original.
Resoplé y me puse de pie para inspeccionar los nuevos cuadros que ella había puesto en las paredes de lo que era ahora su centro de atención psíquica.
Frascos de todos los tamaños se apilaban en un estante de vidrio que colocó en la esquina, junto a los certificados que la aseguraban ser una profesional en la lectura de mano (ella misma los imprimió de una página en internet). La excentricidad era el tema principal de toda la casa.
—Susan me comentó algo el otro día —dije casualmente.
Siempre que mamá escuchaba que alguien hablaba de Susan, se ponía sensible y rencorosa.
—¿Ah, sí? ¿Qué te dijo la pequeña Miss zorra 2013? Resoplé.
—No la llames así, y sólo me dijo que puede ayudarme a conseguir entrada en una de las universidades privadas de por aquí.
—¿Y tú quieres estudiar?
—Sí. Lo estuve pensando y es lo mejor para mí. No quiero pasar el resto de mi vida viviendo a mierda! de salario mínimo. Si no estudio no voy a poder mejorar mi sueldo en los trabajos.
—De acuerdo... ¿Entonces ya no irás a la entrevista de trabajo que te conseguí con la señora Olivier?
Lo pensé por un minuto.
—Sí iré, pero no creo que ella quiera contratarme sólo por medio tiempo mientras hago el intento de sacar un título.
Caminé lentamente, observando uno de los cuadros, más específicamente el que nombraba el "trasero de bebé más lindo" y, sin que mamá se diera cuenta, lo quité y me lo llevé detrás de la espalda.
—Me parece bien. Sabes que no me gusta meterme en tus decisiones; ya eres una chica grande. Te apoyaré en lo que decidas hacer.
—Bueno... quiero estudiar.