Capitulo 18: La bronca (Parte 2)

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Tom se acerca a nosotras y antes de nada dice:

-          Primero: Caroline, creo que Sophia no es la única en tener pareja para el baile. Por los pasillos, se rumorea que Bill Payne te lo va a pedir a ti en el almuerzo. Segundo… - Pero no puede terminar por que Caroline empieza a chillar y a saltar como una quinceañera.

¿Un recordatorio de Bill? Como es normal, forma parte del grupo de Los 4 Fantásticos. Es alto, castaño y de ojos verdes. Y por lo que se y por lo que ha dicho Caroline, está bueno. Sigue saltando como una chiquilla, hasta que Tom le dice:

-          ¡Ya vale, Caroline Grace! ¡Comportarte como una mujer de tu edad!

Asiente y se calma. Respiramos todos y Tom prosigue:

-          Segundo: Nicole te buscan en dirección.

¡¿QUÉ?! Ya estoy muerta. Sophia y Caroline no se dan cuenta de la gravedad de la situación hasta que me encamino sola hasta el despacho del director McGiver. Enamoradas de la vida. Buenos días, señorita solo he ido una vez a dirección. Espero que sepas salirte tu sola de esto. Con lo bien que estaba yo sin ella. Te jodes. Voy a estar cuando me dé la gana y me voy a ir cuando me dé la gana. Vale, muy bien. Toco la puerta del director y con un ‘pase’ entro.

Para mi sorpresa, Anthony, alias el dios griego, está ahí. Me saludan los dos y yo sonrío:

-          Señorita Adams, ayer a la hora de comer usted y la señorita Jones tuvieron una pela en medio del comedor, ¿es cierto?

-          Sí, señor. – Respondo mirando al suelo.

-          Bien, ¿puedo preguntar el porqué? – Mierda y que le digo.

Fácil, Nikki. Le pegaste porque te llamo ‘zorra’ por haber besado a su novio. Mejor, me lo invento. Yo de ti no haría eso:

-          Me insulto y simplemente, me defendí. – Muy buena, Adams.

-          ¿Y no hemos hablado que la violencia no conlleva a nada o a caso, quieren que las expulse a las dos de la Universidad?

-          No, por favor, señor McGiver. – Suplico.

-          Señor McGiver. – La voz de Anthony me hace sobresalta. – Cuando entré en el comedor la señorita Jones estaba encima pegándole como si no hubiera un mañana. Es por eso, que creo que lo mejor es ponerles un aviso directo a los padres para que lo sepan y un voto de confianza, pensando que nunca más volverá a suceder algo así. ¿Está de acuerdo, señor McGiver?

Como dos tontos los dos asentimos y Anthony me sonríe. ¡O dios, como vuelva a sonreír así no me hago responsable de mis actos! Una parte de todo esto no me acaba de gustar, eso del aviso a los padres…pero bueno, es lo mínimo. Salgo del despacho pero su voz, vuelve a sobresaltarme:

-          Nicole, ¿te apetecería quedar después de clase?

Solo puedo asentir y sonreír. 

Entre la madurez y la rebeldíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora