Ustedes se metieron a leer esto, yo no me hago cargo.
...
Ambos se acomodaron la ropa y comenzaron a caminar hacia la puerta cuando frenaron algo asustados al escuchar como golpearon la madera con fuerza del lado de afuera.
-¿Quién es? – pregunto Federica, tratando de sonar lo más calmado posible.
-Soy yo señor, Roberto – respondieron del otro lado.
Roberto era el hombre encargado de la seguridad de la mansión, nadie llegaba hasta la puerta sin haber pasado por su control primero. Lo cierto era que el hombre no fue muy bueno intentando ocultar el pánico en su voz.
-¡Abra ahora, señor! – rogó desde afuera.
Federica estuvo por abrir la puerta cuando Ramón intento frenarlo, sospechaba lo que podía venir, pero el hombre se soltó de su agarre y abrió.
Roberto era un hombre alto y corpulento, vestía uniforme, tenía bigotes y, posiblemente, la edad de su papá.
Lo próximo que Ramón sintió fue un salpicón de la tibia sangre del hombre estallar en su cara, su pelo y su pecho. Escucho el grito ahogado de sorpresa de Federica a su lado, quien también estaba salpicado en sangre. Roberto yacía en el piso, a los pies de ambos, con un disparo certero en la cabeza.
Ambos levantaron la mirada para ver a Carlitos parado en la puerta, sosteniendo un arma.
-¿Por qué tardaron tanto?- preguntó.
Ramón todavía no podía salir de su estupor, el pendejo le había volado la cabeza al pobre tipo y los había empapado con su sangre.
-Hace frío afuera – dijo despreocupado, ingresando a la casa y cerrando la puerta.
Pendejo psicópata.
Federica estaba blanco, tieso, con la mirada ida, su cara y su fino traje manchados de sangre.
-Sabía que te iba a encontrar acá – dijo, mirando hacia Ramón – Últimamente siempre estás acá.
Tenían que reaccionar rápido o iban a terminar tirados en el piso con la cabeza reventada como ese pobre infeliz.
-Que... ¿Qué haces acá? – pregunto Ramón, intentando sonar tranquilo.
-Te vine a buscar.
-Te dije que me esperaras.
-Nunca volves.
Carlitos apuntó el arma con la cual había matado al vigilante directo al pecho de Federica. Éste seguía con la mirada ida y pálido, aunque extrañamente no parecía asustado.
-¿Qué haces Carlitos? ¿Sos loco? – le dijo Ramón – Baja el arma.
-Qué bueno que decidiste venir, Carlos – comento Federica – Así vamos a poder aclarar algunas cosas.
-Callate – le advirtió Carlitos.
-Me prometiste que te ibas a quedar en la pensión ¿Te acordas? – le recordó Ramón – Que me ibas a esperar como un nene bueno.
-Sí.
-¿Entonces?
-Pero yo no soy un nene bueno.
Con la frialdad que lo caracterizaba Carlitos apretó el gatillo y la bala fue a parar directo al pecho de Federica.
El cuerpo de Ramón reaccionó solo y sostuvo al hombre a su lado para que no callera al piso con todo su peso.

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PENDEJO /El ángel/
FanfictionCarlitos siempre puede volverse un poco mas psicópata. Ramón lo sabe, y así le gusta.