Parte 21

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Ramón se arrodillo sobre su cuerpo e intento poner una mano sobre la herida para frenar la sangre oscura que salía del orificio que le había dejado la bala. Su cuerpo temblaba, estaba pálido y frío, ya no había nada que pudiera hacer, igual que con Federico. Le dio un beso en la frente antes de que cerrara los ojos para siempre.

-¿Ahora me crees? – dijo una voz distante, con tono neutro, incapaz de sentir culpa o empatía por nada ni por nadie.

Se levantó y secó la lágrima que cayó de su ojo, intentando que la sangre de Renato no manchara su cara. Fue hasta la cocina para lavarse, y se sentía flotar, el dolor interno le anestesiaba el cuerpo, los pensamientos y los sentimientos.

-Vos no estás bien, Carlos – le dijo finalmente, con una calma que lo asustaba.

-¡Respondeme la pregunta, Ramón! ¿Ahora me crees?

-No.

-¡Lo mate por vos! ¡Yo lo amaba!

-Vos no podes amar a nadie.

-¿Queres que me mate yo? –le dijo, llevando el revólver a su cabeza – pedimelo y lo hago.

-Hace lo que quieras, pendejo, ya no me importa.

-¿Y si te mato a vos? – dijo, estirando el revólver hacia su cuerpo – te tendría que matar por todas las veces que me cagaste.

-¡Ya te dije que no me importa nada!

-¡Es todo tu culpa! Podríamos haber sido tan felices los tres.

-Chau Carlos – le dijo con tristeza, caminado hacia la puerta.

El sonido de un disparo lo hizo sobresaltar y detener su marcha. Abrió los ojos, estaba de pie, respirando. Un pequeño agujero había quemado la madera de la puerta de entrada, dejando una aureola negra.

Carlitos tenía buena puntería, no había querido matarlo, sino detenerlo, pero eso no iba a pasar, porque no le importaba si lo mataba o no, solo quería alejarse de él.

-¡Ramón! – escucho un grito casi agónico desde adentro del departamento.

No se detuvo, jamás en su vida sintió tanta determinación por una decisión que había tomado.

El disparo que esperaba nunca llego.

Camino por las oscuras y frías calles de Buenos Aires, no sabía a dónde estaba, no sabía a donde quería ir, lo único que sabía era que estaba entregado, de esta no se salvaba como se había salvado con Federico, y lo acepto, porque sentía que lo merecía.

Ni siquiera sentía angustia o ganas de llorar, estaba anestesiado por el dolor, por la muerte de Federico, de Renato, de todas esas personas que ni siquiera sabía sus nombres, pero por sobre todas las cosas, por amor.

A pesar de todo lo amaba

*

Llego a su casa cuando el reflejo del sol comenzaba a verse por el este, sus padres lo recibieron y le hicieron un par de preguntas que no respondió. Se lanzo sobre su cama y allí pudo dormir un poco.

Dos días después seguía allí, y por primera vez noto a sus padres preocupados, sin embargo siguió sin comer ni responder a sus preguntas, ambos sospechaban que Carlitos tenía algo que ver, pero no imaginaban la magnitud del problema que se avecinaba. Varias veces pensó en advertirles, sobre todo por su padre, pero no le importaba, ya nada le importaba.

PENDEJO /El ángel/Where stories live. Discover now