Parte 5

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Habían perdido la noción del tiempo. Pasaron días en los que no habían salido de la habitación, todo lo que hacían era dormir, ir al baño, pedir a la recepción que les suban la comida, fumar y coger. Lo repetían como un círculo vicioso del cuál no querían salir. Ramón no quería volver al mundo afuera de esas cuatro paredes, no quería prender el televisor o leer los diarios, solo quería quedarse en esa cama con Carlitos.

Pero un día pasó, llegó eso que lo hizo volver a la realidad.

La vieja cama rechinaba al ritmo de los dos cuerpos que se movían frenéticos arriba de ella. Ramón tenía a Carlitos apretado entre el colchón y su cuerpo, su pecho transpirado pegado a la espalda del más chico que ahogaba sus gemidos mordiendo la almohada.

-No muerdas, pendejo – le dijo al oído, tirando de sus rulos para que levantara la cabeza – te quiero escuchar.

Solo pudo disfrutar unos segundos de sus gemidos cuando fueron interrumpidos por tres fuertes golpes en la puerta de madera, lo que hizo que Ramón tapara la boca de Carlitos con la mano.

-¡¿Quién es?! – grito Ramón, sin dejar de moverse.

-Teléfono para Ramón – respondió la recepcionista desde afuera.

-¡Ya va!

Ramón acelero sus movimientos y bajo una de sus manos hasta el miembro de Carlitos, el cuál masajeo hasta hacerlo terminar con esos gemidos largos que tanto le gustaba escuchar. Giro sobre la cama y cayó de espaldas agotado, intentando calmar su respiración.

-Me encanta cuando me coges así- le dijo Carlitos a su lado.

Ramón le sonrió y se levantó de la cama, se puso sus jeans y una camisa para bajar a la recepción.

-Hola – dijo, levantando el tubo del teléfono.

-¿Porque carajo me haces esperar tanto, estabas cogiendo o qué? – dijo la voz de su padre del otro lado.

-¿Eh?, no. Estaba durmiendo.

-¿A esta hora?

-Es que salimos con Carlitos, y...

-Bueno bueno, no me importa. Vengan los dos a casa ya.

El tono de su padre no le gustaba para nada. Era hora de salir de esa habitación y enfrentar lo que viniera.

*

Su madre los recibió bien, con una sonrisa y cariñosa como siempre, pero su padre tenía la peor cara que le había visto en años.

-¿Pasó algo? – preguntó Ramón.

-Estoy empezando a pensar que esa pensión mugrienta en donde se fueron a vivir es un termo.

-Con razón siempre hay olor a café – comentó Carlitos.

Tanto Ramón como José lo miraron con mala cara, sin entender cómo podía joder en malos momentos.

Los tres bajaron por la escalera y se sentaron en el sillón del sótano, José le pasó un diario a Ramón en donde pudo leer la primera plana.

"Empresario asesinado envuelto en un escándalo con cuadros falsificados"

Ramón intentó que su nerviosismo no se le notara en la cara. El título estaba acompañado de una foto de Federico y no pudo evitar que la realidad le callera como un balde de agua helada.

-¿No es el tipo al que le embocaron los cuadros? – preguntó José.

-Sí, creo que sí.

-¿Crees que si?

PENDEJO /El ángel/Where stories live. Discover now