Parte 14

623 51 84
                                        



¿Qué podía ser mejor para dos ladrones que una noche de apagón absoluto?, después de la tormenta más de la mitad de Buenos Aires se había quedado sin luz, y ellos dos no se iban a quedar en la pensión con todas las oportunidades que eso les podía traer.

Había una casa a un par de cuadras de la casa de Carlitos que siempre le habían tenido ganas, pero sabían que tenia alarma, pero claro, en una noche como esa no funcionaría. El hombre era el dueño de una joyería, y la mujer directora de una importante escuela, ahí había guita seguro.

Hacía tiempo que habían decidido trabajar solos, robar en donde quisieran lo que quisieran y no repartir nada. A veces ni siquiera lo planeaban. Únicamente sabían que debían tener cuidado, ser silenciosos y cautelosos, rápidos, porque el matrimonio seguro estaría durmiendo.

Ramón no se lo iba a admitir, pero su desempeño físico estaba un tanto limitado porque aun sentía dolor, dolor en todo el cuerpo, no se había dado cuenta que había estado tenso casi todo el encuentro entre ellos, así que fue Carlitos quien, por los techos, logro saltar al patio trasero y forzar la entrada. Varios minutos después le abrió la puerta del pasillo para que pudiera ingresar por atrás.


Estaban yendo casi ciegos, no había luz en ningún lado, ni en la casa ni en la calle, solo se guiaban por la poca luz de la luna, ya que seguía nublado. Odiaba la oscuridad, ya lo había confirmado.

Cuando entraron a la casa vieron que había un par de velas ya casi consumidas, lo que les permitía revisar con más facilidad. Carlitos comenzó a revisar los discos, mientras él buscaba por los muebles.

-Esperame, pendejo – le susurro, cuando lo vio subir la escalera con revolver en mano.

Como siempre pasaba, Carlitos no le obedecía. Pronto ambos se sobresaltaron, un bebe comenzó a llorar muy fuerte, haciendo que los dos se queden estáticos en donde estaban parados. Eso significaba que sus padres se despertaría, que por lo menos uno iría a ver al bebe.

Carlitos bajo los pocos escalones que había subido, lo agarro de la mano y se fueron a ocultar detrás del sillón. A los pocos minutos oyeron el llanto acercarse, y pudieron ver a una mujer con el bebe en brazos dirigiéndose a la cocina.

Ramón creyó que iban a quedarse allí hasta que la mujer volviera a subir y acostarse, pero al pendejo no le gustaba esperar. Con sigilo de depredador volvió a caminar la distancia que lo separaba de la escalera y subió, Ramón lo miraba horrorizado, aunque confiaba en sus habilidades.

Su corazón palpitaba, y podía jurar que lo escuchaba en el silencio de aquella noche oscura. El bebe ya no lloraba y podía oír un suave canto con voz de mujer. Minutos después la volvió a ver, subiendo las escaleras con su bebe dormido nuevamente.

No sabía qué hacer, no sabía si esperar a Carlitos abajo o subir él a buscarlo. Pero ahí fue cuando lo escuchó, un disparo limpio y seco, cerró los ojos, apretándolos, y volvió a escuchar otro idéntico.

Ese bebe se había quedado sin padres.

Subió la escalera casi corriendo, y vio un pasillo con tres puertas y el cuerpo de una mujer a la mitad, con un disparo en la espalda. Se asomó a una de las habitaciones y vio a un hombre en la cama con un disparo en el pecho, como si nunca hubiera despertado.

Caminó hasta el final, y entro a la última habitación, Carlitos estaba ahí mirando al bebe que dormía en su cuna, ausente de lo que había pasado, inmerso en sus sueños de infantes.

PENDEJO /El ángel/Where stories live. Discover now