Parte 9

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Días después a su cumpleaños decidieron hacer algo productivo por primera vez en mucho tiempo. Luego de desayunar emprendieron camino a su vieja escuela para buscar el certificado de finalización de estudios.

Entraron por el imponente frente y se dirigieron a la secretaría, donde aún estaba Mirtha, la mujer gordita con cara amable.

-¡Ay! ¡Dios me libre y me guarde! – dijo cuando los vio – ¡Peralta y Puch!

Los chicos sonrieron, la mujer siempre era la encargada de llamar a sus padres cuando algunos de los dos se mandaban alguna cagada... que era bastante seguido.

-También te extrañamos Mirtha – le dijo Ramón.

-¡Que dúo, mamita santa!

-¿Tenes nuestros certificados? – preguntó Carlitos.

-Milagrosamente, si.

La mujer busco en unos ficheros altos y los metió en dos sobre grandes a los que abrocho una tarjeta. Se acercó a la ventanilla y se los entregó.

-¿Te casaste vos? – le preguntó la mujer a Carlitos al ver su anillo.

-Sí, con él – respondió, señalando a Ramón.

Pendejo atorrante.

-Jajaja – rió divertida la mujer – Siempre me causaste gracia Puch.

Los dos chicos se despidieron para regresar por donde vinieron.

-¿Qué es esto? – dijo Ramón, parándose a lees la tarjeta.

"La escuela industrial Nº 77 invita a sus alumnos y ex alumnos a la celebración por los 75 años de la institución el día sábado 25 de agosto a las 21:00 hs. Los esperamos"

-Que fantochada, por dios. – opinó Carlitos.

Los dos estaban a punto de salir del establecimiento, cuando una voz detrás de ellos los hizo detener.

-¿Carlitos? – llamó la voz.

Ambos se dieron vuelta para ver a un chico de estatura media, pelo castaño y lindas facciones de nene... de nene pelotudo, pensó Ramón. Tenía puesto el mismo uniforme que ellos habían usado hacía más de un año. Pantalón gris, camisa celeste con corbata, sweater rojo y saco azul escuro.

Sabía quién era, y fue la peor sorpresa que experimento en su vida.

-¡Renato! – gritó Carlitos, sorprendido.

Ramón vio como Carlitos se lanzo a los brazos del chico, envolviéndose ambos en un abrazo cálido y largo. Podía entender que se hayan extrañado al haber sido tan amigos, pero ya se estaba poniendo incomodo mirando a ese chico acariciar la espalda de Carlitos.

-¿Qué haces acá? – preguntó Carlitos cuando se separaron.

-Vengo acá, estoy en el último año.

-Pensé que no te iba a ver nunca más.

-Nunca digas nunca.

Ramón, cansado de la escenita, se acercó a ellos, llamando su atención.

-¡Apa! – dijo el chico con uniforme - ¿Y este?

-Es Ramón, un amigo.

Pendejo hijo de puta ¿Lo presentaba como el amigo?

-Hola Ramón, soy Renato.

-Ya sé, me conto – respondió, aceptando el apretón de manos con desgano.

PENDEJO /El ángel/Where stories live. Discover now