Parte 7

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Esa mañana despertó solo, desayuno solo, y fue a casa de sus padres solo. Jamás se había sentido tan miserable y triste. Tuvo que hacerle frente a su padre solo, explicarle que el entregador se había equivocado o los había cagado, que la plata no estaba en la ferretería, y que Carlitos había matado al custodio, y si, se quiso ahorrar ese detalle, las cosas no estaban bien con su papá como para encima sumarle un muerto.

Ninguno de los dos toco el tema de Carlitos y lo que había pasado la última vez que estuvieron allí, aunque estaba implícito en la mirada de ambos. Su padre prefería no saber, y él prefería no contar.

Carlitos seguía sin aparecer por la pensión, le preguntó a la recepcionista, quien le dijo que no lo había visto. No quería dar el brazo a torcer, Carlitos tenía que entender que no era correcta esa actitud en la vida. Una cosa era ser ladrón profesional, otra cosa era ser asesino.

Ahora él era las dos cosas, igual que ese pendejo.

Aunque él no se consideraba ser igual a Carlitos, él jamás podría ser como Carlitos. Con todos sus defectos, Carlitos era único, así le gustaba, y así lo aceptaba.

Lo esperó, fumando y tomando, ceno solo, caminaba por la habitación como animal enjaulado, salía hasta la puerta de la pensión por si lo veía venir, volvía a subir y miraba por la ventana. Nada.

Despertó sobresaltado, creyendo escucharlo, pero solo eran pasos de otra persona en el pasillo. Se había quedado dormido unas horas, solo en la cama. Volvió a asomarse por la ventana, ya estaba amaneciendo y Carlitos todavía no aparecía.

Mientras desayunaba solo tomo la decisión de ir a buscarlo a su casa, tal vez el pendejo estaba buscando eso, que lo fuera a buscar igual que él fue a buscarlo a casa de Federica, con la diferencia de que él no llevaba un arma ni intención de acabar con la vida de nadie.

*

Que bella era la mamá de Carlitos, no había duda de que el pendejo había sacado todo de su madre.

-Hola señora – saludo cuando la mujer abrió la puerta, avergonzado por no recordar el nombre de la mujer.

-Ramón, que sorpresa.

-¿Está Carlitos?

-No, salió. Se fue a buscar a la novia.

Ramón sintió como si miles de pirañas se lo estuvieran devorando por dentro. Si por novia se refería a Marisol sabía que habían cortado hacía bastante, incluso antes que ellos empezaran con su confusa y tóxica relación... porque Ramón sabía que su relación consistía en eso.

-¿La molesto si lo espero acá?

-No, para nada, yo estoy sola.

Ramón pasó y le echo un vistazo a la casa, no se parecía en nada a la suya, y la mujer no se parecía en nada a su mamá, no sabía si considerar a eso algo bueno o malo.

-¿Te traigo algo para tomar?

-Una naranjada está bien.

-Ah, lo mismo que le gusta a Carlitos.

Ramón lo sabía, por eso se lo había pedido. Se acercó a unas fotos que estaban apoyadas sobre un aparador, no pudo evitar tomar una y sonreír, la imagen le mostraba una mujer muy hermosa, con cabello rubio enrulado, sosteniendo a un bebe en sus brazos con el pelo idéntico.

-Esa es del bautismo de Carlitos – dijo la mujer, sosteniendo el vaso con la bebida.

El bautismo no le había hecho mucho efecto, el pendejo era tremendo hijo de puta, ladrón, asesino, y cogía como los dioses. Claro que Ramón no se lo dijo a la mujer, pero recordarlo lo hizo sonreír.

PENDEJO /El ángel/Where stories live. Discover now