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— ¿Te sientes bien? —me pregunto Kristine.

La mire hacia arriba y entrecerré los ojos. La luz del sol estaba tan intensa que hasta dolía levantar la vista. Cerré los ojos y baje la vista. Suspire con cansancio. Estaba enferma y me sentía pésimo. No recordaba cuando fue la última vez que estuve enferma, aunque en mi memoria las décadas pasadas eran cada vez mas borrosas, yo no recordaba nada de cuando vivía en Londres, de cuando tenía una familia. Antes de todo esto.

—No —murmure. No valía la pena mentir.

Seguimos caminando en silencio por unas cuantas cuadras más.

— ¿Aún vas a seguir con esto, cierto? —me miro—. Es día de semana, faltaste al instituto por esto…de nuevo. ¿No crees que es demasiado?

Mierda.

—Estoy enferma, preferí no ir —me excuse después de un rato—. ¿Por qué no aprovecharlo en esto? —mis manos comenzaron a sudar.

—Aja —murmuró Kristine.

Bien _____(tn), Kristine ya estaba comenzando a sospechar.

— ¿Liam es tu amigo hace mucho? —intente cambiar el tema.

Kristine me miro con algo de extrañeza.

— ¿Ese nerd? —soltó un bufido—. No es mi amigo.

—A mi me parece un amigo.

Claro. Que podría saber yo, amigos no tenia y si alguna vez los tuve no los recordaba.

Ella rió seca.

—Solo me río de él. Me gusta molestarlo, es la única razón por la cual le dirijo la palabra. Cada vez que me ve, intenta salir lo más rápido posible de la habitación —rió—. Es divertido asustarlo.

De pronto recordé la tarde anterior.

Estaba trabajando en la empresa. Acababa de llevarle café a un matrimonio joven que querían comprar un auto. Regresaba a la cocina de la empresa con la bandeja y las tazas de cafés ya usadas.

Ese día había despertado con ánimo y energía. Me pagarían diariamente así que siempre tendría dinero en los bolsillos.

Con la esponja lavaba las tazas mientras tarareaba una canción que Kristine estuvo cantando varios minutos antes de que la empresa abriera.

La puerta trasera de la cocina se abrió. Supuse que era uno de los trabajadores, por el fuerte olor a aceite de auto, acostumbraban a entrar aquí para comer su almuerzo o beber agua. Un brazo golpeo sin querer mi cadera haciendo que la taza cayera de mis manos al fregadero.

— Lo siento —se disculpo rápidamente.

Levante la vista y creí morir.

Mi respiración se acelero. ¿Y cómo no? Si a Harry le encantaba estar sin polera cuando estaba trabajando.

— ¿_____(tn)? —pregunto extrañado.

Pareció como si toda mi sangre abandonara mi cuerpo para situarse en mi rostro. Mi cara ardía por el intenso y vergonzoso rubor que seguramente tenia.

—Tengoqueirme —dije tan rápidamente que ni siquiera yo me entendí.

En ese momento no me importo dejar las tazas en el fregadero, aun sin terminar de lavar, y camine rápidamente para salir por la puerta de la cocina y volver al vestíbulo con la respiración acelerada. Por una razón que hasta yo desconocía.

Mire mis pies arrastrarse por la acera mojada debido a la lluvia. Harry era lindo. No sabría decir si eran esos rulos castaños que poblaban su cabeza, o quizás eran sus ojos verdosos azulados, tal vez eran sus labios rosados, y rojos cuando los mordía con nerviosismo, o tal vez esa sonrisa picara que se formaba entre ellos, a la cual le terminaban un par de ojuelos. El, tenía cierto encanto.

Nhor | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora