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Estaba avergonzada. Sentía que había hecho algo malo y que Harry lo había descubierto.

Louis volvió con el botiquín en sus manos. Harry no me miro, se limito a sacar las cosas de él y limpiar las heridas en mis brazos.

Louis me miraba fijamente, miraba mis heridas, impactado.

—Louis, ve por unas esponjas, agua y toallas, por favor.

Harry no me quitaba la vista de encima. Cada cierto tiempo miraba mi rostro. Como esperando algo. Tal vez que hablara o que me desmayara. La segunda era más probable.

Sobre mi brazo paso un paño, al parecer con alcohol, que ardió horriblemente.

—Ah.

—Lo siento —se disculpo al instante Harry y se apresuro a limpiar la herida con un paño seco y observarla, luego de un tiempo, dijo—: Esto es un corte.

—Lo sé —respondí como si fuera obvio.

—No, digo…un corte con un cuchillo o una navaja, algo así.

—Oh.

— ¿Lo recuerdas? —Harry me miro—. Recuerdas, si…el…este hijo de puta te…

Puse mi mano en su brazo y el simple gesto lo congelo, casi tanto como a mí.

—No —le murmure, con el objetivo de que parara—. Y no, no recuerdo…casi nada.

Pero era una mentira, recordaba muchas cosas, mas seguramente de las que me gustaría.

Harry suspiro y me miro, para mi sorpresa sus ojos estaban cristalinos. Se acerco unos centímetros a mí pero el sonido de unos pasos en el pasillo lo detuvo.

—Aquí están —Louis dejo las cosas en la mesa próxima a nosotros—. Esto…ella debe estar hambrienta —Louis miro la cocina como recordando que estaba junto a la sala—, mejor…iré a ordenar el baño para que se asee. Como sea, estaré en otro lado.

Se fue por el pasillo y cerró la puerta del baño tras de sí. Justo cuando comenzaba a reinar el silencio sentí los brazos de Harry rodearme. Su cara se escondió en el lado menos dañado de mi cuello y suspiro.

— ¿Qué haces? —pregunte en un susurro ahogado por la sorpresa.

Harry no contesto, en cambio, con su mano comenzó a dar una especie de caricia a mi brazo. De abajo hacia arriba. Su respiración era irregular, al igual que la mía.

—Harry —dije su nombre más bien suplicándole que siguiera tocando mi brazo, que el dolor se iba poco a poco con su caricia.

No fue hasta que su pulgar paso por mi mejilla que me di cuenta que estaba llorando. Lloraba mucho. Me estaba descargando, no solo de lo que paso hace unas horas si no también del sufrimiento constante que he tenido toda mi vida. No poder vivir en paz. Porque estaba estancada en los diecisiete. Porque buscaba a un hombre. De solo pensar en el nombre de lo que buscaba me estremecía. Años de confusión venían atados de ese nombre.

—No lo soporto —mire a través de las lagrimas—. No…no puedo.

Harry me tomo con delicadeza de los hombros.

—Lo superaras. Yo se que lo harás.

—Tienes mucha confianza en mi —le mire—. No me conoces.

—Tú tampoco a mí.

Cuando desperté parecía como si hubiera dormido durante días enteros. Mi cuello dolía por la mala posición de mi cabeza y la casa estaba muy silenciosa. Al mirar mi brazo me di cuenta que tenía otra venda, algo más profesional y mejor puesta.

Nhor | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora