-t r e c e

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De camino a la casa de Harry me quite el uniforme de enfermera, metí en los bolsillos de mi sudadera el sevoflurano y en un basurero que estaba de camino bote el uniforme. Al llegar a la casa lo intente hacer con el menor ruido posible, ya eran pasadas las once de la noche y cruzaba los dedos para que Harry estuviera dormido.

La reja estaba abierta, la tome con una mano. «Por favor no crujas, por favor no crujas» pensé. La abrí lentamente y maldecí por lo bajo cuando crujió. Tome una bocanada de aire y de un tirón la abrí hasta atrás. No hubo mucha diferencia entre hacer eso o abrirla lentamente. De igual modo crujió lo bastante fuerte como para que Harry escuchara si es que estaba despierto.

Trote hasta la puerta de entrada.

—Mierda —sisee. No tenía llaves.

Mire a ambos lados como si fuera a encontrar la solución de algún modo. Tantee unas cuantas veces con mi pie el suelo. Camine de un lado a otro en el pequeño espacio que era la entrada. Hasta que mi pie piso algo duro debajo de una pequeña alfombra de jardín. Fruncí el ceño y lo pise de nuevo. Levante la alfombra y ahí estaba una pequeña llave. ¿Harry tenía una llave oculta? La tome y la hice encajar con la chapa de la puerta. Di dos vueltas a la derecha y efectivamente era la llave de esa puerta.

La sala estaba a oscuras. Supongo que Harry estaba en su habitación durmiendo.

Camine intentando no hacer ruido hasta el pasillo. Por el rabillo del ojo vi una sombra y emití una pequeña exclamación ahogada por la sorpresa y el miedo. ¡Dios, casi me da un infarto! Era solo Harry quien aparentemente se había quedado dormido en el sillón.

Lleve una mano a mi corazón intentando regular mis latidos y mi respiración.

No pasa nada, no pasa nada, es solo Harry, me dije.

Seguí caminando rápidamente hasta mi habitación. Entre y la mire tratando de descubrir cuál sería el lugar ideal para esconder las inyecciones. Me dirigí a la cama, muchas veces las había escondido ahí antes.

Levante el colchón, tenía una superficie de madera lisa, no solo tablas.

Perfecto.

Saque las jeringas de mis bolsillos y las coloque una por una ahí con mucho cuidado. Baje el colchón, no se veía para nada extraño.

Suspire, necesitaba un baño, un momento de relajo.

Salí de mi habitación y grite cuando una sombra se puso al frente mío. Puse mis manos sobre mi rostro, intentando protegerme de lo que sea que había entrado en la casa.

— ¿Dónde estuviste? —dijo, para mi alivio, la voz de Harry.

Me lleve una mano al pecho intentando calmarme.

—Estúpido —murmure—. ¿Cómo se te ocurre salir así de la nada?

Lo mire. Llevaba su cabello desordenado por haber estado durmiendo. Encima traía puesta apenas una camiseta que se le pegaba al torso. Lo único que podía ver bien entre toda la oscuridad eran sus ojos. Sus verde azulados ojos. Preciosos.

— ¿Dónde estabas? —volvió a preguntar, esta vez tomando con su mano mi brazo.

—Por ahí con Kristine —mentí soltándome de su agarre.

— ¿Tan tarde? —se acerco un poco a mí y yo entre un paso en mi habitación para darnos espacio.

—Se me hizo tarde, estoy bien, estoy aquí, no importa —bufe frustrada. Lo menos que necesitaba ahora era a alguien preocupándose por mí—. ¿Te importa?

—Bastante —respondió él al instante.

— ¿Por qué? —lo mire curiosa.

—Porque tú me importas, _____(tn).

Nhor | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora