Turning Red es un largometraje que seguro habrás escuchado como "la primera vez que Disney menciona la menstruación".
Sí, y esto es un cambio grandísimo. Pero, dejame decirte, la película es mucho más revolucionaria.
[Esto es todo spoilers, así que si no la viste andá, mirala y volvé. No te la arruines. De verdad, ¿qué estuviste haciendo que no la viste?].
La trama cuenta la vida de Mei Lee, una niña canadiense de trece años de descendencia china. Vive con su madre y padre, va a la escuela, le gusta una banda de chicos pop y, básicamente, es una niña de trece años con una vida común.
Lo que la vuelve un ícono es cómo muestra la revolución hormonal, familiar y social de la adolescencia. Y me parece que se volvió tan famosa porque muchas chicas, adolescentes y más grandes, sintieron que por fin se muestra esta etapa desde un foco más verosímil, sin perder el interés del público; a diferencia de todas las películas descabelladas que necesitan hipersexualizar el romance adolescente para captar atención.
1. Conflicto madre-hija.
Mei Lee tiene una relación muy restrictiva con su mamá. Ella la controla, presiona e invade constantemente. Es una mamá que tiene el ojo sobre su hija todo el tiempo.
Mei arranca la película diciendo que honra mucho a sus padres, aunque en los primeros quince minutos te das cuenta de que no honra a sus padres: honra a su madre. O, mejor dicho, la obedece en todo. Ella no tiene espacio propio; es una extensión de su madre. No tiene privacidad, puesto que su mamá entra a su habitación sin tocar, revisa todos sus cuadernos y tareas, cuenta los minutos que tarda en llegar de la escuela. Y además hace esto.
A los ojos de su mamá, ella es igual de inocente, incapaz e indefensa que una niña de seis años. Algo así como lo que sucede con Rapunzel y Madre Gothel, aunque llevado a un escenario más real y creíble.
Gothel, en Enredados, le dice a Rapunzel que es incapaz de todo. No puede salir de la torre sin perderse o lastimarse, no tiene discernimiento y vive en un mundo de fantasía infantil donde crea romances inexistentes. En resumen, le hace creer que es una inútil, y que su única posibilidad de sobrevivir es quedarse en la torre donde su mamá la cuida, porque ella es bobita. Lo único que está bien, la única verdad, es lo que su mamá le dice. Y, si desobedece, la hace sentir gran culpa.
Mei —en cierto punto— también cree eso. También está convencida de que su única relación valiosa es su mamá. Tiene amigas, va a la escuela, le gustan las bandas, pero todo queda en un segundo plano cuando presiente que su mamá la necesita o la llama. La prioridad en todo momento es ella; nunca sale de su mente.
Claro, las dos películas son incomparables. Gothel hace eso con Rapunzel porque quiere esconderla, quiere sus poderes. Es manipulación consciente, y Gothel sabe lo que está haciendo.
Si hay algo que siempre me pareció machista es el cliché de la madre villana cruel, todo por beneficio propio. Todo para conseguir belleza o a un hombre.
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Feminista harta
RandomAntes: ¿Acá es el bardo? Le cambié el título nomás. Hablamos de feminismo, misoginia y otras yerbas. Pero con memes.