Diego.

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-¿Recuerdas cuando el mapache gigante se metió a tu casa?

La voz de Santi es muy fuerte, esta emocionado. Esta feliz y yo también estoy feliz.

No puedo recordar nada de lo que me cuenta, pero eso no parece desanimarlo ni un poco.

-¿Cómo fue eso?- Pregunto, para que su entusiasmo no muera.

-¡Fue realmente aterrador!, ¡tu papá lo siguió por toda la sala con una escoba!- Dice y se ríe un poquito. -Al final salió y se llevó uno de mis tenis.- Cuando dijo esto último, su tono de voz se torno un poco serio. Fue un cambio tan drástico que me causó gracia. Él me observa mientras me rio de su extraño cambio de humor.

Santiago es muy, pero muy extraño. Parece no tener miedo de nada, ni de mostrarse a los demás, ni de ser como él es.

Lo envidio.

-Mira, ahí esta la vieja amargada de los ojos lindos.

¿Ojos lindos?.

Miro a donde esta mirando Santiago, y me encuentro con una mirada verde. Es la mirada de Daniel.

-¿Daniel?- Pregunto, Santiago me mira seriamente.

-No lo llames así ó podría enojarse la vieja esa. Su nombre es Danny con doble "en".- Dice e inmediatamente hace una cara de asco tan rara que no pude aguantar la risa. Me estoy riendo tanto que me duele la cara y la panza. Y de repente siento algo suave en los labios y escucho algo parecido a cuando la pantalla de la televisión se veía "lluviosa" por la interferencia. Esa es la risa de Santi... Yo creo.

-La vieja nos esta observando. - Dice e inmediatamente después, ambos estamos viendo a Danny, la "vieja amargada de los ojos lindos" que, según recuerdo, cuando lo conocí, tenía los ojos grises.

-¿Se supone que eso es ser discreto?- Pregunto. - Porque si es así, no quiero imaginar como es ser indiscreto.

***

Santiago me contó muchas cosas de cuando éramos niños, cosas que no recuerdo. Mencionó a mis padres y el día de nuestro cumpleaños. Mencionó a mi padre y el auto rojo. Pero olvidó mencionar algo importante, algo que aún no tiene una explicación para ninguno de los dos. Olvidó mencionar el día en el que desaparecieron. O nos abandonaron. Sea como sea, es un acontecimiento importante. Uno que debió mencionar.

Cuando llegue a casa me recibió el silencio, que no es para nada algo nuevo, pero sigue siendo deprimente.

El altar de mis abuelos sigue en la sala, con un par de vasos embarrados con ceniza. Lo poco que recuerdo de mi abuela es suficiente para hacerme extrañarla. Lo poco que sé de mi abuelo es más que suficiente para que deseé haberlo conocido.

Me siento frente al altar y observo las flores secas.

¿Deberían estar ahí mis padres?

No lo sé, seguramente si.

Orión se acerca a mi, se sienta a mi lado y rosa su cabeza contra mi codo. Me pongo de pie, tomo mi mochila y a Orión entre mis brazos. Él es ligeramente pesado y peludo. Él es mi mejor amigo, después de Ben.

Vivaldi resuena en la habitación. Orión descansa sobre mi pecho.

¿Qué podría significar esto?, me refiero al hecho de que en mi primer día de clases conozco las dos caras de la moneda, un tipo sospechosamente amable, y un sujeto que no tiene miedo de ser quien es, alguien de mi pasado.

¿A dónde me guiaran las historias de Santiago?

DiennyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora