Capitulo VIII

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En Francia la guerra se intensificaba cada día.

La estrategia que llevarían a cabo los aliados durante 1916 se diseñó en la Conferencia de Chantilly (Oise, Francia), entre el 6 y el 8 de diciembre de 1915. En ella se decidió que durante el año siguiente se realizarían tres ofensivas simultáneas contra los Imperios Centrales, con la esperanza de que éstos fuesen incapaces de resistir una guerra en todos los frentes. Los rusos atacarían desde el este, los italianos (recién incorporados a la guerra en el bando de la Triple Entente) lucharían contra los austrohúngaros en los Alpes y los británicos y franceses dirigirían una tercera ofensiva desde el oeste.

A finales de diciembre de 1915, el general Douglas Haig sucedió a John French como comandante en jefe de la Fuerza Expedicionaria Británica (FEB). Haig proyectó entonces una gran ofensiva de las fuerzas británicas sobre Flandes con el fin de expulsar a las fuerzas germanas de la costa belga y dificultar así las acciones de los U-Boot alemanes sobre los barcos de suministros aliados que cubrían la ruta entre Gran Bretaña y Normandía. Para que esta operación diese comienzo era necesario conseguir previamente la autorización del gobierno Francés, ya que la ofensiva se realizaría desde su territorio. El visto bueno fue otorgado por el general Joseph Joffre en enero de 1916, pero tras nuevas discusiones durante el mes de febrero, se decidió cambiar la operación inicial por otra conjunta Franco-Britanica en el valle del río Somme, situado en la región francesa de Picardía. El lugar fue escogido por servir de conjunción a las líneas Francesas y Britanicas, cuya unión debería arrollar las líneas Alemanas y asestar así un golpe mortal a su ejército. Lo que los aliados no sabían es que el enemigo había construido todo tipo de fortificaciones en la zona, tanto convencionales como subterráneas, lo cual iba a hacer la invasión mucho más difícil de lo esperado inicialmente.

Soldados Neozelandeses del Regimiento de Auckland en una trinchera.
Los planes maestros estaban todavía empezando a tomar forma cuando los Alemanes atacaron por sorpresa Verdún el 21 de febrero de 1916. Esto obligó a los Franceses a centrar sus esfuerzos en la defensa de la ciudad, disminuyendo el número de tropas que podían aportar al nuevo frente del Somme y cediendo, por tanto, el papel protagonista en éste a los Británicos. Conforme se estancaba el cada vez más sangriento frente de Verdún, el propósito del Somme evolucionó hasta convertirse más en una maniobra que distrajera a los alemanes y aliviara su presión sobre Verdún que en realizar un golpe maestro capaz de desbaratar por completo la estrategia Germana. Los Franceses enviarían finalmente al Somme un total de tres divisiones.

En el caso de los británicos, las seis divisiones desplegadas en Francia al comienzo de la guerra fueron prácticamente diezmadas tras las batallas de 1914 y 1915. Fue necesario, por tanto, enviar nuevos regimientos que constituyesen el grueso de las tropas de la futura ofensiva, en su mayor parte reclutados entre los voluntarios de la Territorial Force y el Ejército de Kitchener (llamado así porque se formó bajo los auspicios del Secretario de Estado de Guerra británico, Horatio Kitchener), que había empezado a constituirse en agosto de 1914. El súbito crecimiento del ejército demandó a su vez el nombramiento de un gran número de generales para que trazaran las maniobras mayores, los cuales fueron elegidos de manera un tanto caótica por culpa de las prisas y no siempre por razones de competencia o habilidad en el combate. El propio Haig había sido ascendido de forma meteórica, ya que se había incorporado a la guerra como Comandante del I Cuerpo Británico antes de dirigir el I Ejército y más adelante la FEB, compuesta por cuatro ejércitos (cinco más adelante) que comprendían 60 divisiones.

Para mediados de 1916, el azote de los Fokker E.I alemanes había sido neutralizado y el Royal Flying Corps (10 escuadrones con 185 aviones frente a 129 aeronaves alemanas) había conseguido la supremacía sobre el espacio aéreo del Somme. Los británicos gracias al invento de un joven soldado que tiempo después fue ascendido a Sargento quien habia sobrevivido milagrosamente a un ataque aéreo Aleman, detectaban desde el aire la artillería alemana, ya fuera por medio de aviones o globos, mientras evitaban con éxito que el enemigo hiciera lo mismo con sus propias defensas. No sería hasta septiembre cuando se inclinaría de nuevo la balanza en favor del bando alemán, debido a la incorporación de nuevos aeroplanos de diseño más moderno.

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