Al pasar el tiempo las gemelas se graduaron. Y llegaron las tan esperadas vacaciones de invierno.
Clara lloraba en las noches. No todas, pero sí cuando sentía la ausencia de sus amores. Ella fue fuerte y volvió a iniciar con su negocio de eventos en el antiguo salón. Fue mucho trabajo invertido en volver a tenerlo en óptimas condiciones, pero valió la pena. Quedó como un lugar sacado de sueños del pasado.
Alargué la adopción, puse muchos pretextos, hasta dije que no necesitaba un papel para ser y sentirme miembro de la familia.
Hablé con Antoni, le dije que debíamos parar, no podía ser más que su amigo. Él aceptó, pero nuestra amistad se fracturó un poco. No hablábamos tanto en los recesos como antes. Antoni solía estar ausente y pensativo, controlando y reteniendo su verdadero ser. Me dolió la distancia que hicimos, pero tampoco quería jugar con él y menos con Diana, con ella todo era extraño. Decidimos no llevar una vida de pareja hasta que anunciáramos nuestro compromiso, aunque, a menudo, ella rompía con el acuerdo y nos encontrábamos en las noches. No precisamente para hablar, sino para consumirnos en deseos.
Dentro de todo me sentía tranquilo y estable, a pesar de ocultar mi amorío con Diana y mi amistad con Antoni que estaba frágil.
Formaba parte de una familia incompleta, extraña, con secretos, pero era una que daba todo por funcionar. Todos procurábamos estar presentes a la hora de la cena, para conversar del día a día y hablar de los planes en el futuro. Las gemelas hablaron sobre que entrarían a la universidad después de vacaciones, no paraban de contar lo emocionadas que estaban. Y Clara no tardó en sacar el tema y volverme a insistir con la adopción. Entonces, para ocuparla de la idea, recordé la carta que encontré en el estuche del violín de mi madre y se la enseñé.
—Me gustaría encontrar a mi padre, saber quién es... antes que nada —confesé mintiendo.
—Ay, Sam, hijo, puros pretextos contigo —me regañó frustrada—. Estoy algo cansada, iré por una copa de vino y después a la cama —dijo ella agotada.
Me preocupó aquello, temía que volviera a la bebida. Sin embargo, me di cuenta de que esos problemas no se arreglaban de la noche a la mañana, ni con el pasar de los meses. Clara seguía luchando, con todas sus fuerzas. Ella sabía que era nuestro pilar, tampoco caería tan fácil. Burgos había desaparecido, el chófer también, el bebé murió y a Clara no le quedó de otra que refugiarse en el trabajo. No podía darse el lujo de rendirse, de caer de nuevo víctima de la bebida. Sin embargo, con más frecuencia bebía y fumaba, algo que también hacía Diana. La única que salió de vicios fue Dana, quien se mantenía sumergida en su mundo de libros y escritos.
En las vacaciones de invierno me la pasé ayudando a Clara, tenía muchos eventos, bodas y fiestas programadas para ser llevadas en el antiguo salón. Los fines de semana de fiestas eran todo un caos: proveedores por todos lados, meseros, ruido, dramas y escándalos.
En una de las fiestas descubrieron a la novia besándose en el baño con el padrino, pensé que aquello solo pasaba en las películas cliché. Fue toda una escena, hubo una pelea y muchos golpes de por medio. Como algunos invitados estaban ebrios, en el proceso de la pelea dañaron varías pinturas antiguas que había en el salón, en especial mi favorita, la de la niña en un jardín con su madre. Clara cobró un gran importe por los daños causados y mandó a reparar las pinturas. Los dramas se daban seguido en las fiestas, no faltaba quien lloraba y se expresaba a gritos. Las celebraciones eran un caos.
En un fin de semana libre de pendientes por parte del salón, fui a dar en la sala de estar. Tenía ganas de leer algo y pasar tiempo a solas. En el momento que me senté en el sillón, recibí una llamada, era Antoni. Antes no solía utilizar celular, no tenía a quién llamar ni quién me llamara, pero desde que Clara comenzó a tratarme como su hijo, me dio un celular a la fuerza. Ella se preocupaba por mí, algo que me daba pena, puesto que estaba comprometido en secreto con Diana.
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Cómo los gatos hacen antes de morir |Disponible en papel|
CasualeCómo los gatos hacen antes de morir: El día a día de Samuel «Y como los gatos hacen antes de morir, me alejé de las personas que estimaba» La madre de Samuel murió y él se ha tenido que mudar. Todo lo que conocía desapareció. Ahora Sam deberá lidiar...