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Mi mañana fue tan monótona. Tuve universidad, así que me tocó comer sola en el almuerzo, mandar a la mierda a mis profesores, sacar calificaciones no tan del asco, y volver a mandar a la mierda a esos idiotas.
Odié que en el momento en que crucé el portón de la uni, una chica se acercara a mí. ¿Qué demonios con ella? La había visto un par de veces en una de mis clases pero nada más. Se acercó y comenzó a caminar conmigo, aunque yo lo tomé como si me estuviera siguiendo.
—¿Por qué mierda me sigues? —, pregunté después de un rato.
No la miré a la cara pero sí escuché un resoplido por parte de ella.
—Mi camino es en esta dirección, de igual forma no tengo que darte explicaciones.
¿Qué mierda le pasa?
No iba a dejar que me hablara así. —¿Tienes algún problema conmigo, niña?
Y de la nada élla paró en seco haciendome parar mi caminar también.
—¿Tú lo tienes con todas las personas que se te crucen? —¿a qué venía eso?
Apreté mi mandíbula e intenté controlar mi ira. —¿Quién demonios te crees para hablarme así, ah?
—Pues según yo, tú tampoco tienes derecho a hablarme de la forma en la que lo haces. Y creo que las demás personas tampoco, Sujan —, siguió caminando frente a mí.
Maldita sea, no pensé que tuviera esa boca. Espera, ¿sabe mi nombre? Bien, ahora sí tengo razones para sospechar de ella y su posible acoso.
La hice parar cómo pude cuando tomé su brazo y la hice girar.
—¿Cómo sabes mi nombre? —tenía otras cosas más importantes que hacer realmente.
Élla rodó los ojos zafandose de mi brazo con brusquedad. —Vamos en la misma universidad. Además, eres la chica solitaria que se sienta sola en el almuerzo, y la más grosera en toda la universidad —tiene sentido. —¿Cómo no voy a saber tu nombre?
—¿Y me puedes dar el tuyo? —para en otro momento mandarla a la mierda, sí. Hoy tenía prisa.
Sé que dudó porque tardó bastante en responder. —Eso no te importa, buen día —, Se volvió a girar dejándome allí.
Tiene carácter la muy maldita.
....
Toqué la puerta esperando a que me recibieran. Ya tenía en mente venir aquí después de clases, mi plan sigue en pie. Hacía varios días que esta era mi rutina. Venir después de clases para ver al niño. Así pues, la puerta se abrió dejándome ver la sonrisa cordial de Lan, la chica que el otro día me atendió.
—Hola, Lan, ¿está Jungkook? —, le di una corta sonrisa de boca cerrada. A pesar de saber que sí está, sigo preguntando.
Asintió una vez dejándome entrar. —Pero tiene visitas, no sé si vaya a tardar.
