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Han pasado ya varios días desde que hablé con Namjoon. Sé que debo hablar con Jimin, sin embargo, no sé porque estoy nerviosa por hacerlo. Supongo que no estoy del todo lista para saber completamente la verdad. También falta poco para navidad, será mañana y mamá tiene planeado hacer una cena. Estoy alegre por eso, tengo ganas de hacer la cena navideña, además me he preparado este mes buscando recetas y practicandolas. Pero, por otro lado, me decepciona que papá nuevamente no estará.
No es la primera vez, y para ser sincera, no creo que sea la última.
Paso una mano por mi cabello al momento en que doy pasos largos para llegar a casa, he salido de la universidad ya y no debo perder tiempo si quiero llegar a casa para empezar a decorar con mamá.
Pero mis pasos se detienen cuando lo veo. Es el enano, ahora con la melena rubia, está concentrado mirando algo en su teléfono. Tampoco está solo, una chica está a su lado, mantiene su brazo alrededor del de él y sonríe al mirarlo. Mis cejas se alzan en forma de asombro, y resoplo porque sé que este es el momento para ir a pedir una explicación.
Así que, con pasos encaminados, me dirigo hacia él. Mis ojos están sobre su absurdo cabello rubio, ¿no puede ser una persona normal y teñirlo de un color menos extravagante? Ah, quizá no me agrada ver su cabello porque no me agrada él.
—Park Ji Min —, nombré en voz alta. El chico notó mi presencia y de momento me ignoró. Eso me molestó. —Enano de mierda, te estoy hablando.
—Oye, ¿quién crees que eres como para hablarle así a mi novio? —, se metió la tipa a su lado con una mano en su cintura mirándome con desdén.
Finalmente Jimin dejó su celular para guardarlo dentro de su chaqueta. Chasqueó la lengua y me miró con un odio que claramente pude percibir.
—Tranquila, amor. Es solo una perra que no deja de joderme la paciencia —, escupió con odio en sus palabras. —¿Ahora qué quieres? No me he vuelto a meter con ese mudito.
—Perra tu abuela —mierda, tengo que medir las palabras. Él iba a decir algo, pero lo callé colocando un dedo hacia arriba. —Tengo que hablar contigo.
—No tengo tiempo, estúpida.
Este idiota va a hacer que se acabe la poca paciencia que me queda hoy.
—Mira, si no quieres que le diga a tu novia la poca cosa que eres, y lo poco hombre que eres —, desvié mi mirada a la chica, ahora, impresionada por mis palabras. —, tendrás tiempo para mí.
Jimin endureció la mandíbula, lo vi apretar los puños a su costado, y rechinar los dientes. Vaya, sí que lo he sacado de sus casillas. Fue cuestión de segundos para que soltara el brazo de su amada, me tomara por el brazo y me hiciera caminar unos pasos hacia adelante.
—Suelta tus asquerosas manos de encima de mí sino quieres otra patada bien dada y te quedes sin hijos —, masculllé al ver como apretaba mi brazo entre sus pequeñas manos.
