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—Llévame contigo.
Un puchero. Dos pucheros. Tres pucheros. Esta chica va a hacer que termine mi paciencia, esa que he estado teniendo desde que llegó.
Con un resoplido tomo mi chaqueta antes de girarme hacia ella y darle una mirada reprobatoria.
—No vendrás conmigo, superalo, Tzuyu.
Sigo molesta por el cinismo que ella ha estado empleando desde ayer cuando le hablé sobre Hoseok. Todo lo que me dijo, las palabras descaradas que salían cuál balas intentando dañar mis ideas o pensamientos acerca de ella y su plan. Sin lugar a dudas es la misma chica que conocí y se volvió mi amiga, no recuerdo porque. Solo recuerdo que un día no había hecho mi tarea, ella me la prestó a cambio de un favor y listo; no reprobé mi materia y ella faltó a clases al día siguiente.
A la semana ya estaba almorzando con ella y Hoseok.
Mi mano ya estaba en el picaporte, lista para irme a la supuesta fiesta a la que Yoongi me había invitado. Sabía las verdaderas razones y el porque de sus miradas coquetas y sonrisas juguetonas. Sé y estoy más que segura de que esta noche se volverá interesante.
Eso si logro sacarme a mamá de en medio.
—¿A dónde a esta hora, Sujan?
Mierda, sabía que debía tener una buena excusa antes de bajar las escaleras.
Mi madre, tan linda, se encontraba sentada en la estancia bebiendo de una taza de té mientras leía un libro de los tantos que tiene en su habitación.
Arrugué la nariz mientras intentaba buscar una excusa para salir del paso. Yoongi debe estar esperándome en casa de Jungkook, al que por cierto no le avisé. Bueno, no es como si él tuviera que saberlo, ¿no? Es solo mi amigo, no mi padre.
—Saldré a comprar materiales para un proyecto de la universidad —, mi voz salió firme y para nada sospechosa.
Mamá dejó de leer su libro para alzar la cabeza y mirar a su hija ya lista para salir. Ella suspiró antes de ponerse de pie y quedar frente a mí.
Oh, no, ahí vienen los sermones.
—Hija, casi eres mayor de edad, no tienes que mentir para salir —ella sabe que esa no es la razón por la cual mentí. —Sé que últimamente desde que Tzuyu llegó han estado distantes, ¿no es así? Creí que eran mejores amigas.
—Amigas —, corregí antes de vacilar mi mirada sobre el suelo. —No tengo mejores amigas, má.
—Amigas —, repitió con una sonrisa materna. —Pues lleva a tu amiga a donde irás.
Mis labios se abrieron y mis manos se cerraron en un puño. Mierda, por la maldita mierda, siempre tiene que hacer esto. Incluso cuando Tzuyu no está aquí y no dice o hace nada, siempre se sale con la suya.
