#16

109 3 3
                                    

De camino abajo, al antiguo laboratorio de alquimia, mister George me vendó los ojos, no sin antes disculparse por ello, y luego me cogió la mano suspirando. Harry tuvo que llevarme la cartera.

—Sé que mister Giordano no es un hombre de trato fácil —dijo mister George cuando hubimos dejado atrás la escalera de caracol—. Pero tal vez podrías esforzarte un poco más con él.

Dejé escapar un sonoro resoplido.

—¡Él también podría esforzarse un poco más conmigo! Maestro de reiki, famoso creador de moda, diseñador de joyas creativo… ¿qué demonios hace ese hombre entre los Vigilantes? Creía que eran todos eminentes científicos y políticos.

—Sí, podría decirse que mister Giordano es un poco el bicho raro entre los Vigilantes —admitió mister George—. Pero es un hombre brillante. Junto a sus exóticos... ejem... oficios, que por otra parte le han hecho multimillonario, es un reconocido historiador y...

—... y hace cinco años, cuando publicó un trabajo a partir de fuentes hasta el momento desconocidas sobre una sociedad secreta londinense con conexiones con los masones y el legendario conde de Saint Germain, los Vigilantes decidieron que era urgente conocerle de más cerca —lo interrumpió Harry desde más adelante.

Su voz rebotó en las paredes de piedra.

Mister George carraspeó.

—Hum... sí, eso también. Cuidado, un escalón.

—Comprendo —dije—. Entonces Giordano es miembro de los Vigilantes para que no pueda chivarse. ¿Y qué tipo de fuentes desconocidas eran esas?

—Cada miembro da a la sociedad algo que la hace más fuerte —explicó mister George sin atender a mi pregunta—. Y las capacidades de mister Giordano son particularmente variadas.

—Sin duda —dije—. ¿Quién podría pegarse a sí mismo una piedrecita de estrás en la uña?

Oí que mister George tosía como si se hubiera atragantado. Durante un rato caminamos en silencio uno junto al otro.

De Harry ya no se oía ni el ruido de sus pasos, de modo que supuse que se había adelantado (debido a mi venda, nosotros avanzábamos a paso de tortuga). Al final hice de tripas corazón y pregunté en voz baja:

—¿Por qué exactamente voy a ir a esa soirée y a ese baile, mister George?

—Oh, ¿nadie te ha informado? Harry estuvo ayer por la tarde, o, mejor dicho, más bien por la noche, con el conde para ilustrarle sobre su reciente... aventura. Y volvió con una carta en la que el conde manifiesta expresamente su deseo de que tú y Harry le acompañen a una soirée en casa de lady Brompton, así como a un gran baile que se celebra unos días más tarde. Además, harán también una visita al Temple por la tarde. El objetivo es que el conde te conozca mejor.

Pensé en mi primer encuentro con el conde y me estremecí.

—Comprendo que quiera conocerme mejor, pero ¿por qué quiere que me mueva entre gente desconocida? ¿Es una especie de prueba?

—Más bien viene a confirmar que no tiene ningún sentido mantenerte alejada de todo esto. Para serte sincero, me he alegrado mucho de recibir esa carta. Demuestra que el conde confía mucho más en ti que algunos de nuestros Vigilantes, que piensan que no eres más que una especie de figurante en esta obra.

—Y una traidora —dije, y pensé en el doctor White.

—O una traidora —agregó mister George como de pasada—. En ese sentido hay discrepancias. Bien, hemos llegado, hija. Puedes quitarte la venda.

ZafiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora