Capítulo 3| La fiesta

1.2K 91 9
                                    

—¡Hey! ¿Por qué no estás arreglándote? Doyoung vendrá en cuestión de minutos y ni siquiera te has cambiado.

—Está bien, JinXi, no iré. No he dormido bien estos últimos dos días y mi cuerpo lo pide.

A pesar de tener los ojos cerrados, sabía que me miraba mal y al abrir éstos lo confirmé. Estaba parada frente a mí con los brazos cruzados y vestida tiernamente sexy, era como su super poder. Le dediqué una sonrisa inocente y adormilada y salió gruñendo por lo bajo al oír la bocina de un carro y confirmar que se trataba de Doyoung al mirar por la ventana.

Luego de haber caído en un cálido sueño, que tristemente duró menos de 20 minutos, mi celular comenzó a sonar al lado de mi cabeza, justo donde se encontraba la mesita de noche. Me maldije internamente por dejarlo ahí y contesté dificultosamente con los ojos cerrados.

—¿Qué? —Le dije de mala gana a quién sea que estuviera del otro lado.

—¿Dónde estás? ¿Sabes la hora que es? —Alejé el aparato de mí para poder ver la pantalla y saber con quién estaba hablando, era un número desconocido. Fruncí el ceño y volví a contestar.

—¿Quién eres?

—Sicheng —dijo como algo obvio, mientras yo permanecía indiferente desde el otro lado de la línea. Él pudo notarlo cuando no dije nada durante cuatro segundos—. WinWin, pues.

—Oooh... ¿y cómo rayos conseguiste mi número?

—¿Eso importa? Te dije que debías pasar por mí a las 10 pm, son las 10:16 y ¿qué crees? No estás aquí.

Lo había olvidado, genial. La única noche que puedo disfrutar mi cama debo hacer de chofer, más le vale que obtenga un 10 por esto. Suspiré, cerré los ojos una vez más y me senté bajando los pies de la cama para comenzar a ponerme mis tenis mientras sostenía el celular con el hombro derecho.

—De hecho, voy llegando, sal para que te vea —mentí. Pude escuchar su sarcástica risa antes de contestar.

—¿Leíste mis mensajes al menos? — «¿Me había mandado mensajes?» fue lo que pensé, y con mi silencio fue suficiente para afirmar sus sospechas—. Bueno ¿y cómo es que sabes dónde vivo si ni has visto la dirección? —Rodé los ojos y traté contener la calma.

—Bien, bien. Solo espera —y colgué antes que pudiera responderme.

Revisé los mensajes y efectivamente, la dirección estaba allí junto a otros que decían: «Ya son las 10 pm», «¿Dónde estás?», «Hace frío ¿no?», entre otros. Tomé mis llaves, me coloqué una bomber jacket negra y decidí quedarme con los jeans que llevaba, después de todo, no iba a quedarme, solo iba a llevar a WinWin y si me lo pedía (ruego a Dios que no) también recogerlo.

Luego de conducir durante 10 minutos, al fin llegué a su dichoso edificio, lo supe ya que lo vi sentado afuera y al verme se levantó para acercarse a mí.

—¿Sabes cuánto llevo esperando aquí? Mis manos están congeladas —dijo tratando de no gritar, mientras su aliento se mezclaba con el aire frío. Su nariz y sus mejillas estaban coloreadas levemente en un tono rojizo.

Le dediqué una mirada indiferente al caer en cuenta de que seguramente había esperado afuera un largo rato. Mordí el interior de mi labio inferior, achicando los ojos y dirigí la mirada al interior del edificio que se veía verdaderamente acogedor y cálido. ¿Sí encuentran la lógica?

—No eres muy inteligente ¿verdad? —Él me dedicó una mirada que no pude descifrar y entró rápidamente en el copiloto antes que pudiera protestar. Reí para mí misma, sentí que había ganado una disputa.

—Ya, arranca.

—Tranquilo vaquero, la noche es joven —me burlé, mientras volvía a encender el motor.

Luego de que me diera la dirección de la fiesta y que el silencio que parecía eterno se esfumará al llegar al lugar, se quitó el cinturón de seguridad para bajar y fue cuando hablé.

—Bien, diviértete, nos vemos —dije apresurada y decidida a irme. Cuando de pronto toma mi mano y mueve el dedo índice de la otra de izquierda a derecha, negando lo que acababa de decir.

—Tu trabajo esta noche es: número uno, traerme, lo cual ya cumpliste, felicidades — hizo un puño con la mano para felicitarme el cual claramente no choqué—; número dos, cuidarme, cariño, si bebo demasiado, debes llevarme a casa y hacerte cargo de mí —iba a protestar pero él elevó la voz y continuó hablando— y número tres, si no consigo compañía esta noche pues... vas a tener que ayudarme con eso —me dedicó una sonrisa coqueta, sin disimular su doble sentido y bajó del auto, dejándome con las palabras en la boca.

Me froté las sienes y estacioné el auto junto a los muchos que casi llenaban la cuadra. Me tocó caminar hasta la casa de quién sabe quien. Enseguida pude visualizar a Jin Xi, besándose gustosamente con Doyoung. «Ya era hora», pensé; sin embargo, mi expresión era de impresión pura. Decidí alejarme de ahí, antes que pudieran percatar mi presencia.

—No puedes alejarte de mí a más de dos metros, así que, andando —señaló autoritario, WinWin.

—¿Disculpa? No puedes darme órdenes como si fueras mi jefe.

—Te pasé las preguntas y respuestas para tus próximos examenes, no recuerdo que me hayas pagado, así que sí, sí puedo, cariño —me tomó de la mano y pronto nos encontrábamos adentrándonos en la enorme casa.

Habían vasos plásticos en la alberca y otros en el césped, la gente bailaba donde podía y otros simplemente yacían tirados por ahí.
Al parecer, los anfitriones de la fiesta eran un par de estudiantes americanos que tuve el «agrado» de conocer en primer año ya que hablaba inglés y me era más sencillo comunicarme con ellos que con los demás. Poco a poco fui adaptándome y dándome cuenta la clase de imbéciles que eran, solo me hablaban para que los ayudara con sus tareas y trabajos. Por suerte, conocí a Jin Xi y me hizo abrir los ojos, desde entonces hemos sido inseparables, tanto que logramos pagar un departamento para ambas.

—Hola... ¡Holaaa! —Sacudí la cabeza ya que me había distraído viendo a ese par en las escaleras bebiendo cerveza por un tubo. Miré a la persona que me hablaba y noté que no solo él me miraba, sino dos chicos más, incluyendo a WinWin que al verlo sonrió divertido y comenzó a charlar con el otro.

—Ah... Hola —dije algo apenada al chico que me había saludado, éste sonrió y sentí que casi moría. Tenía unos hoyuelos hermosos y unos ojos que te conducen a la perdición.

—¿Te puedo preguntar cómo terminaste metida con este sujeto? —Señaló a WinWin con el dedo índice y por inercia volteé a verlo y éste seguía hablando con el otro tipo.

—Tuve que recurrir a medidas extremas para salvar mi pellejo, pero en cuanto termine el año voy a sacarle una orden de restricción —el chico de los hoyuelos soltó una carcajada y en ese instante el otro par dejó de hablar y WinWin me miró molesto, listo para atacar.

—¿Disculpa? No me acercaría a ti por mi propia voluntad ni aunque estuvieras cubierta de caramelos —mi ceño se frunció notablemente y entonces el segundo chico se inclinó levemente hacia mí para hablarme.

—Le gustan los caramelos —comentó antes de enseñarme una sonrisa igual o incluso más linda que la del anterior chico. Su dentadura era perfecta y si me lo preguntan, es el chico más lindo que he visto en toda mi vida.

—Pues gracias, me quitas un gran peso de encima —hablé lo más calmada posible, ya que tanta belleza me había mareado.

Creo que me adelanté un poco al pensar que no disfrutaría la fiesta. De hecho, si borramos a WinWin del escenario, esto sería perfecto.

Love Or Love | WinWin Y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora