Dulce Sabor a ti (Miley Cyrus & Justin Bieber) Jiley |HOT|

Capítulo 32.

Observaba como pasaban las nubes rápidamente por la ventanilla del avión. No había pronunciado media palabra desde lo ocurrido en el hotel. Tish se encontraba a mi lado, preocupada por mi estado.

—Mi amor ¿estas bien? —no contesté. Mi mirada seguía enfocada sobre la ventanilla— ¿Miley?..Miley —aun no contestaba, ni despejaba la mirada— bien. Si no deseas hablar, te entiendo —dice tomando mi mano— lo único que no entiendo es, ¿por qué nunca me dijiste nada? Debiste contarme que estabas enamorada de Justin.

Por fín miré a mi madre, quien me viera en este momento se daría cuenta de que la rabia era evidente en mis ojos, unos ojos que ya estaban cansados de llorar. Estaba decidida a no volver a derramar una lágrima mas por Justin, ni por ningún hombre.

—Te voy a decir una cosa —dije con la voz firme— aunque fui una perfecta estúpida, otra vez, te juro por mi vida que jamás dejare que un hombre se vuelva a burlar de mi. Prefiero estar muerta antes de caer en la misma maldición.

—No hables así por Dios, además, aunque me cueste trabajo aceptarlo, se ve que él te ama....Yo.... —golpeé fuertemente el asiento.

—¿Me ama? ¿tanto me amaba que se acostó con la maldita barbie esa? ¿tanto me amaba el muy desgraciado, que esa misma noche también se acostó conmigo? no sabes el asco que siento, quiero arrancarme la piel. ¡Te das cuenta!

—Si pero él....

—No te atrevas a defenderlo mamá, porque no te lo perdono.

—No lo estoy defendiendo mi amor. Lo que te hizo estuvo muy mal, pero al menos escúchalo.

—¡No tengo nada que escuchar! Es un maldito perro, mentiroso como todos los hombres —esto ultimo lo grité mas fuerte y exagerado, asegurándome de que Justin la escuchara, que se encontraba en la parte de atrás del avión junto a su Jeremy.

Justin POV

Estaba deshecho aun tenia los ojos algo hinchados e humedecidos.

—Hijo, ¿estas bien? —negué con la cabeza. Mis labios temblaban, mientras que mis ojos nuevamente se llenanban de lágrimas.

—Ella tiene razón, soy un perro, un maldito miserable.

—Te equivocas Justin sabes que no eres ese tipo de hombres.

—Soy un estúpido que se dejó llevar. Nunca debí acostarme con ella. Miley tiene razón en odiarme....la traicioné.

—Justin, ella no te odia. Si así fuera, no estuviera tan resentida, tan dolorida —me sequé las lágrimas que se habían escapado.

—Pero le fallé papa. Juré jamás lastimarla, le fallé igual que ese maldito.

—Espera a que Miley se calme y piense bien las cosas. Ella te ama.

—No. Ella ya no quiere saber nada de mi —dije contemplando el anillo de compromiso que le había dado.

—La quieres mucho ¿verdad? —dice tomándome del brazo.

—No papá. La amo, amo a Miley más que a mi propia vida. No puedo vivir sin ella. —recosté la cabeza del sillón, cerrando los ojos, mientras lágrimas corrían por mis mejillas.

Miley POV

Me había levantado la mañana siguiente, dispuesta a olvidar decidida a jamás ser vulnerable ante un hombre, a sentirme dominada jamás volver a enamorarme. Justin Bieber se va a enterar de quien soy yo. Acomodé la blusa, asegurándome de que mi pechonalidad estuviera al descubierto.

Voy hacer que se vuelva loco.

Sonreí, pensando en mi venganza, pero de pronto mi mirada se encuentra con el reflejo en el espejo, de las flores ya marchitadas, que Justin me había regalado. Sentí un impulso inmenso de llorar. Mis ojos se inundan de lágrimas, mientras que un nudo doloroso me presiona la garganta.

¡Hijo de puta!

Voltee y tiré un florero.

—¡Maldito amor! —grité histéricamente, tirando florero tras florero— ¡Maldito seas Justin! —me dejé caer hacia el piso, sollozando como una niña— Maldito seas.

Justin POV

Estaba acostado sobre mi cama, mirando hacia el techo, cuando siento unos pasos, me volteo y ahí se encuentra, nada más ni nada menos que mi padre, Jeremy.

—Hijo, creo que tienes algo pendiente.

—Quiero estar solo.

—Justin, 3ntiendo que estés mal, pero tienes que enfrentarte a tus responsabilidades.

—No quiero saber nada de Caitlin, ni de su supuesto hijo. No quiero saber nada de nadie que no sea ella.

—No puedes pensar de esa manera. El bebé no tiene la culpa —de pronto escuchamos el timbre— negar a un hijo es la peor cobardía que pueda cometer un hombre. Piénsalo hijo.

Jeremy sale por la puerta, dejandome desconcertado y muy pensativo.

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Pasaros por "Someone Else", seguro que os va a encantar.