Capítulo 18 - Bobos III

274 4 3
                                    

Hay una escena en Veredicto en lágrimas en la que el abogado de la acusación suelta un ramo de rosas y poco a poco la cámara va descendiendo hacia las flores y los tallos, continúa por la mesa y avanza poco a poco hasta el estrado. Y mientras tanto se escucha a Amelia Hardwick farfullar con indignación, acusación, justificación, histeria y finalmente vergüenza al darse cuenta de que tiene que ser cierto: Es una asesina. Estaba en el cenador aquella tarde tranquila. Su amnesia es real. Y llora con lágrimas de impotencia, ante la evidencia irrefutable, como un telón que se cierra.

Yo sufro amnesia respecto a Bobos III. Si Karl Braughton, con los pulgares en los tirantes, me preguntara: «_____________, ¿jura que no ha visto ni un solo fotograma de la serie Bobos?», yo miraría primero a los serios miembros del jurado y luego a Sidney Juno —que no aparece en la película, pero es tan guapo que lo colocaría en ella— y respondería sí, sí, eso diría, porque esas películas son tan jodidamente estúpidas que me entran ganas de rechinar los dientes. Pero aquí están las entradas, salidas como una bofetada en la cara de esta caja llena de dolor. Así que contempla cómo me postro, negándolo.

Al acaba de verlas y de exclamar: «¡¿Bobos III?!», sin dar crédito a sus ojos. Le hubiera abofeteado, pero la situación entre nosotros aún es delicada.

Le explicaré que tú querías ir, Harry, así que fuimos. Yo no dejaba de pasear la mirada por la sala casi vacía hasta que me preguntaste si quería un burka para que ninguno de mis «eso que no te está permitido decir» amigos me viera aquí, asistiendo a mi primera película de Bobos. (Apuesto a que ahora lo dices todo el tiempo, ¿no, Harry?: maricón, maricón, maricón). En realidad, no buscaba a mis amigos, solo quería descubrir si había alguna otra mujer entre el público. Y la había acompañando a un grupo de chicos de once años que estaban de cumpleaños. Esto lo recuerdo, pero la película ha quedado borrada por la amnesia a consecuencia, Harry, de lo que me dijiste justo cuando se apagaron las luces y empezó aquella serie horrible de anuncios de coches y colegios universitarios y qué sé yo, que el Carnelian ni en un millón de años proyectaría antes de una película, pero que el Metro incluye sin pudor, aunque desde un punto de vista puramente estético, debo admitir que el de Burly Soda es bastante cool. Te volviste hacia mí y dijiste, con un vehículo listo para el combate parpadeando en tu rostro:

—Recuérdame cuando estemos comiendo que hay algo de lo que quiero hablar contigo.

—¿De qué?

—Recuérdamelo cuando estemos comiendo…

—No, ¿qué es?

—Bueno, el próximo fin de semana tenemos que hacer algo ineludible y creo que deberíamos pensar en cómo organizarlo.

Fue como si una gigantesca espátula hubiera caído sobre mí, con fuerza y lanzando salpicaduras.

Me senté aplastada, como una repentina y sorprendida hamburguesa, un trozo de carne en un cine repleto de chavales. ¿Ineludible? ¿Te referías a acostarnos? ¿Al ineludible y jodido sexo? ¿Como si no pudiera escapar el próximo fin de semana? Me rodeaste con el brazo. Yo me aseguré de mantener las piernas juntas, aunque una rodilla, la más cercana a ti, la sentía nerviosa y me temblaba. ¿Cómo organizarlo? Me sentía furiosa, balbuceante, pero también algo más —sumisa, enamorada de ti, algo— que me impidió decir nada. Memos III lanzó su ataque, pero yo no vi nada. Ni un solo fotograma,

señores del jurado, ni una sola imagen. Si hubiera hecho pucheros, habrías pensado que era por la película, así que me quedé quieta, intentando detener mi cerebro, no pensar en nada. Traté de evitar cualquier sentimiento, de simular que no era consciente de que, en algún momento, adoptarías esta actitud, lo de ser Harry Styles y todo eso, con derecho a la ineludible relación sexual. Pero la película, la grosera película con bromas de puños apretados, ha quedado borrada y olvidada. Y lo que me fastidia ahora, mientras Liam contempla las entradas como si hubiera encontrado mi carnet de pertenencia al Ku Klux Klan, es que no soy aquella amnésica. Apuesto a que eres tú el que no se acuerda de la sesión de las tres y media en el Metro, que creo que pagaste. Como te olvidaste de todo lo demás, Harry.

Y por eso rompimos (Harry Styles y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora