Lo siento.

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Capítulo 15: Lo siento mucho.

Rubén.

Había escuchado algo en mi puerta. Después un susurro. No dije nada, ya que me costaba bastante respirar. Intenté escuchar algo más, pero eso no pasó, así que pensé que todo serán imaginaciones mías por como estaba después del beso. Mi respiración super agitada, mi pecho subía arriba y abajo como si no hubiese un mañana, estaba ligeramente temblando y... estaba aterrado.

Pensé algo así como “Saldré, iré a la cocina y cocinaré algo. Mi madre dice que es buena idea.”. Si, claro. Todo era una puta mierda. Acabé cortándome, y sin mencionar que me comí el sillón para llegar a la cocina. Todo una puta mierda.

Cada vez que recuerdo su expreción cuando le besé, la manera en la que no me correspondió -aunque tampoco se alejó-, cada vez que rememoro el beso en si, quiero volver el tiempo atrás y que eso no fuese sucedido.

Al fin y al cabo, lo único que había logrado seguramente, sería acabar con nuestra amistad.

Muy bien, Rubén. Genial todo, coño”.

Estaba tan, pero tan irritado y lleno de terror que no podía ver claramente, si tan siquiera. Sabía que debía tranquilizarme pero no podía.

¿Cómo había podido acabar con una amistad como la nuestra por un puñetero beso -por muy increíble que me pareciese?. ¿¡Cómo!?.

Eres un maldito gilipollas, Rubén”- Este era uno de esos típicos momentos en los que me odiaba a muerte.

Suspiré en un intento por tranquilizarme un poco, pero claramente no lo conseguía. Pero, no fua hasta que escuché un “¿Podemos hablar?”, del otro lado de la puerta, que mi corazón no parecía que se me iba a salir de su lugar. Era Mangel. Mi mejor amigo. A quién yo había besado. Y el muy desgraciado quería hablar.

¡¿De verdad cree que yo estoy para hablar con él?!. Si ahora hubiese un medidor de 'hombría', el mío estaba bajo un millón. Quería tumbarme en mi cama y taparme con tropecientas miles de mantas. Una encima de otra, y una de dos: O morirme de calor allí mismo, o simplemente estar escondido toda mi vida, o hasta que a Mangel se le olvidase esto.

No contesté. No podía ni quería hacerlo. ¿Qué iba a decirle, de todas maneras, si aceptaba?. Quizás, un 'ciento haberte besado, es que me gustas.'. ¡¡¡No!!!.

Joder, que alguien me mate, cojones”.- Mi pelo estaba muy revuelto de todas las veces que lo había alborotado por todo este estrés que sentía.

-Rubén, ¿podemos hablar?.- Mira, Mangel, me cago en tu vida. No. No quiero hablar. No quiero verte. Quiero esconderme y no salir nunca.

¿Cómo podía tener el 'valor' para venir aquí y decirme de hablar?. Quiero decir, si él me hubiese besado... vale. Este ejemplo no serviría. Posiblemente, yo me fuese dejado llevar por el beso y...

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