Ese momento.

623 62 19
                                    

Capítulo 24: El momento.

Rubén.

Dios, ¿qué cojones acababa de pasar?. Prácticamente corrí a mi habitación como alma que lleva el diablo y es que sentía hasta mis piernas flaquear. Juraría que por unos segundos, nuestros labios se iban a juntar. Me sentía como un auténtico gilipollas.

Me había gritado a mi mismo hacía tan solo unas horas que no-iba-a-dejarme-sentir-más-allá-de-una-amistad-con-Mangel, e incluso se lo había dicho a él, aunque con otras palabras. ¿Entonces, por qué?. ¿Por qué había dejado que eso pasase?. Se suponía que solo sería un abrazo y un buenas noches; y que el abrazo solo significaría un 'Gracias por volver a mi vida. Gracias por hacer todo como antes'. No esperaba que fuese nada más, pero entonces... él bajó su mirada y yo por instinto no pude resistir el mirarlo. Y nuestras miradas se unieron haciendo explotar una bomba.

Supongo... que los sentimientos no se pueden tener bajo control por mucho que te obligues a ello”- Me dejé caer en la puerta mientras pasaba la mano por mi cara en busca de un segundo de tranquilidad.

Me había repetido infinitas veces dejar todo el tema de mi encaprichamiento-no-tan-capricho con Mangel, pero cada vez que ponía todas mis fuerzas en ello, el muy gilipollas hacía algo que me hacía quererlo aún más.

Solo, me olvidaré de eso y me iré a dormir”- Me supliqué.- “Y mañana, todo volerá a ser lo que era, porque eso al fin y al cabo... era lo que deseábamos. Por eso es que yo había dejado mi atracción por Mangel a un lado, por eso había ignorado el dolor de mi pecho cuando de sus labios salía la palabra 'amigo'. Por eso..., porque mañana todo volverá a la normalidad. Eso es lo que ambos queremos. Lo que todos quieren...”- Y, esperaba que así fuese, porque por unas horas había podido recuperar nuestros antigüos nosotros, y si bien había dolido tan profundamente que me sentía romper a cada segundo, la sensación de alivio que me brindaba era impresionante.

Me cambié de ropa rápidamente para meterme en la cama. Pensé en escuchar música, ya que verdaderamente la música es el alivio del alma, y yo ahora mismo necesitaba aliviarme bastante porque si no me pondría a pensar y acabaría con más mierda encima, si es que eso era posible. Me levanté de mi mullido y tierno colchón, el cual sonó, y a pesar de la oscuridad intenté buscar a tientas ambas cosas. Solo encontré los auriculares. Entre en pánico.

¿Dónde está mi teléfono?”- Hoy no lo había usado, pero estaba seguro de que... me lo había dejado en la habitación, por lo que no le di importancia.- ¿Me lo dejé en la discoteca?. ¡O peor, en la habitación de Mangel!.- Joder. No puede ser. Nicolas Cage debe odiarme profundamente para mandarme tanta desgracia...

Caminé por la habitación bastante indeciso sobre si debía ir o no al salón, como mínimo, para intentar encontrar el teléfono móvil.

Me sentía como en una misión de rescate donde el peligro de muerte estaba tras cada esquina o puerta. Me asusté incluso cuando al girar el pomo de mi puerta, esta resonó al abrirse.

Nuestra historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora