Tiempo de juegos.

869 74 10
                                    

Capítulo 12: Tiempo de juegos.

Mangel.

Si Rubiuh creía que era él quién me iba a maquillar iba muy equivocado. Yo lo iba a maquillar, de eso estaba seguro. De alguna u otra forma lo conseguiría.

Fui a buscarlo a su habitación, y como era algo habitual últimamente, estaba en su propio planeta.

-Oye, tío. Me estah preocupando, ¿qué te pasa últimamente?- Pregunté sentándome a su lado.

-Nada.- Me respondió seco, a lo que suspiré pesadamente. Creía que eramos de ese tipo de mejores amigos que se lo cuentan todo, pero todo todo. Aunque últimamente... él no me contaba nada. Estaba en su propio mundo, lleno de mierdas y de pensamientos, pero al parecer eran tan importantes y secretos, que no se los podía decir a nadie, ni tan siquiera a mi; su mejor amigo. De pronto, muchos pensamientos-para-nada-sanos, se pasaron por mi mente. ¿Y si yo ya no era su mejor amigo?. ¿Y si estaba pensando tanto como se libraría de mi?.

Vale, creo que me estoy precipitando a un vacío que no me va a llevar a nada. Me debo tranquilizar. Él no me haría eso. Nunca me haría eso, ¿verdad?.

-Hooolaaaaaaaaaa- Me gritó al oído el muy hijo de...

-¿Qué?- Grité, y aunque no lo desee, me salió un tono de lo más cabreado, por lo que él me miró raro.

-Oye, relaja las tetas, no hace falta que te pongas así- Se enderezó en la cama y se sentó a mi lado.

Un silencio bastante extraño invadió la habitación. ¿Por qué todo eran silencios y situaciones extrañas entre nosotros en estos últimos días?.

-Oye... Rubiuh'- Pero no me dejó hablar.

-Quiero que seas tú el que me maquille, pero con una sola condición- Se aproximó a mi. Se aproximó mucho.- Después, yo te maquillaré a ti.- Su mirada brillaba, de una forma muy intensa y me estaba mirando directamente a los ojos, sin apartar la mirada -y podría jurar que un pequeño sonrojo se apoderó de sus mejillas-. Todo esto me ponía nervioso.

-Vale- Aseguré sin realmente estarlo. ¿Qué tramaba?. ¿Qué tenía en mente el gilipollas este?.

-Bien, lo haremos mañana- Y sin dejarme seguir hablando, se levantó de la cama de un salto y se fue a enchufar la play. ¿Iba a jugar él solo?.

-¿Vah a jugar tú solo?- Me senté a su lado y le pegué un juguetón golpe en el hombre.- Yo también quiero jugah.

-¿Quieres apostar algo, de nuevo?- Por un segundo, un pensamiento muy gay -cosa extraña en mi- pasó como un rayo por mi mente, pero al segundo lo eliminé.

Un beso”

-No, esta vez solo quiero jugah pa' divertirme.- Le sonreí y miré a la pantalla, donde el juego estaba por empezar.

-¿Preparado para que te vuelva a dar una paliza, Mangel?- Me preguntó mirándome con aquella sonrisa burlesca que tanto me irritaba a veces.

-Solo vah a ver mi culo- Reí al ver que ya iba primero en la carrera.

Al cabo de más o menos tres minutos, terminó la primera carrera. No pude evitar reír al ver como mi mejor amigo estaba entrando último a la meta.

-¡Ereh un manco, pero manco manco. Más manco no podíah ser!- Y comencé a reir como un gilipollas.

-No soy manco, es que tú eres un tramposo. Me has lanzado fuera de la pista como mil veces, gilipollas.- Sus carrillos se hincharon como los de un niño pequeño cuando algo no le gustaba.

-Ereh un embuhte...- Me quedé atónito al ver como se lanzaba encima mía. ¿Qué coño hacía este con su vida?- Rubén...- No sabía porqué me había salido su nombre, pero al ver que estaba tan cerca mía me estaba empezando a ponerme nervioso. Nunca había tenido -aparte de algunas tías- a nadie tan cerca de mi. En nuestras bromas gays, nos solíamos acercar el uno al otro, pero nunca tan cerca.

-No lo soy- Parecía que él no se percataba de que nuestros rostros estaban tan solo a unos centímetros. Mis nervios seguían aumentando, y él ya se había tumbado completamente, como si yo fuese una cama. ¡¡Me cago en todo!!.

-Esto... R-Rubiuh...- Intentaba hablar, pero él seguía actuando como un niño pequeño. Con sus carrillos inflados y con una mueca de enfado.

-Di que no soy un manco, Mangel. Dilo.- ¿Tanto le había molestado?. ¿Por qué no le ponía nervioso esta situación?.

-Vale, vale. No lo eres, ¿contento?- Quería que se alejara, que se sentara en el otro extremo del sillón, mientras yo intentaba recordar como se respiraba. ¡Dioh mío!.

-Así me gusta- Sonrió de forma prepotente, aunque no se estaba alejando. ¡¿Qué haces con tu vida, Rubén?.

-¿Te puedes quitar de aquí, gilipollas?- Realmente quería que se quitara de ahí, si no respiraba pronto, me iba a morir.

-¿Qué?- Su cara de WTF me transmitía que no se había dado cuenta de como estabamos. ¿De verdad podía ser tan retrasado?.

Se sonrojó al darse cuenta de como era la sitaución. ¡¡Por fin!!. Y si, al parecer si podía ser tan retrasado.

-Lo siento- Me dijo nervioso. Bueno, al parecer no es que yo sea extraño, si no la situación.

-¿Jugamos otra?- Pregunté para intentar que el silencio que había entre nosotros se marchase lejos.

-Vale- Intentó sonreir, pero solo le salió una mueca.

¿Qué te pasa, Rubius?”- Me pregunté.- “¿Por qué ya no me cuentas nada?. ¿Por qué ya no me pides ayuda?. ¿Qué te tiene así?”- Estaba claro que no me lo iba a decir por voluntad propia, pero puede que si le obligo...

Nuestra historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora