8.

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Era como si al estar conectado a él todo lo que estuviese haciendo se sintiera más que bien, y en debes de alejarlo quería más y más sin poder reaccionar mal al tacto.

– Ah,  ¡ngh¡, ¡e-e-esto esta mal!
– Esta mal pero,  —Mordiendo mi pezón— es muy diferente a como reacciona tu cuerpo.
– N-no se siente bien.

¡mentía! Si se sentía demasiado bien para ser cierto.

– No parece que tu cuerpo lo tome a mal; ¿seguro que no se siente bien?
– N-no.
– Mientes.
– No lo hago ¡Ahh Hmm!.
– Entonces...  ¿Por qué gimes?

Lo empujaba, y trataba de que se alejara. Caía al piso ya que mis piernas no soportaban más, estaba tembloroso,  Sebastian no se detenía,  ¿Si me odiaba tanto porque lo hacía?,  odio el destino,  aunque a veces no lo hiciera.

– ¡M-más! — inconcientemente  lo había dicho—
– Sabía que esto te gustaba — miraba a mi cara sonrojada y llena de placer—.

Él,  casi apretando su miembro casi erecto contra mi entrada, lo único que nos separaba era el pantalón. 

– Ngh —Lo miraba exitado, se me hacia demasiado sexi—.

Sonaba el timbre del Instituto haciendo que Sebastian se detuviese,  levantándose, lo miraba desde el suelo y,  tomando la paleta que casi se caía de entre mis labios, caminaba hasta la puerta deteniéndose.

– Espero que te cuides la espalda y no estés por ahí caminando solo,  no sabes de lo que mi hermano o yo somos capaces. Y si no quieres que te valla peor, literalmente no le muestres  nada a Stephan. Se pondrá como loco si ve alguna marca en tu cuerpo. Me quedaré la paleta.

Seguía su camino dejándome solo, miraba mi cuerpo lleno de marcas. Me acomodaba y limpiaba para irme a clases,  salía del baño e iba por un largo camino al Salón y en eso murmuraba.

– ¡¡¡Jummp!!!  Claro que se como son,  ya me lo imaginaba —Pensaba —,  se sintió demasiado bien. 

Unidos por HilosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora