Pura necesidad.

5.8K 424 17
                                    

Los días pasaban y nuestra "relación" se volvió inexistente.
Él estaba todo el día fuera y yo en casa.
No habíamos vuelto a hablar, ni a hacer el amor, ni a comer juntos, ni a salir. Nada.
El silencio de la noche reinaba sobre nuestra cama que había visto tiempos mejores.
Fue algo en lo que no cedió, dormíamos juntos, y punto.
Salió azotando la puerta de la habitación y volvió con mis cosas.
De reojo veo su espalda.
Ya no duerme abrazado a mí. Él en su lado de espaldas, y yo en el mío de igual manera. Sin duda me estaba dando el tiempo que le había pedido. Y se lo agradecía, porque, aunque sabía que lo amaba más que nada, dentro mi todo era un caos.
Un poco de ansiedad se instala en mi vientre cerrando mi garganta. Me pongo de pie y salgo de la habitación.
Mi hambre ha desaparecido y mi sueño va tomando el mismo camino.
Le echo de menos. Contra mi voluntad, mi corazón le necesita. Pero ya no es lo mismo.
Suspiro.
Me preparo una copa cortita de Bourbon y me siento en el sofá contemplando la ciudad.
¿Qué estás haciendo, Ana?
Me lo pregunto una vez más.
Una vez más no tengo respuesta.
¿Cómo pude creer que podría enamorarle?
Qué tonta.
Apuro mi copa agradecida de que calme mis nervios y caliente mi cuerpo.
Nunca he sido una chica de beber. Jamás en mi vida he necesitado una copa como en las ocasiones que se han dado estos meses atrás.
Suspiro.
He cambiado tanto desde que lo conocí.

—Hola, soy Christian Grey —se presenta amable tendiéndome la mano.

—Hola, soy Anastasia Steele —le devuelvo el apretón y mi corazón da un vuelco cuando su mano me toca.
¿Quién es este hombre?
Y, ¿qué hace en la puerta de mi casa?

—Eres preciosa, Anastasia. —Bajo la mirada avergonzada y abrumada por la intensa mirada gris acero que clava en mí.

—Gracias —le digo.
Él levanta una solitaria, pero preciosa rosa roja y me la tiende.
El corazón me martillea el pecho. Trago saliva con dificultad, creo que podría ahogarme.

—Bien. Ya os habéis conocido. —Mi madre aparece en la sala con una amplia sonrisa de felicidad. ¿Qué trama?—. Sentémonos. Tenemos mucho de qué hablar.
Los miro a ambos, incrédula.
¿Hablar?
¿De qué?
—Anastasia, Christian es un empresario de prestigio, él está dispuesto a ayudarnos con las deudas que nos dejó Bob y a solventar nuestra situación económica. —Cuándo le miro él tiene la mirada puesta en mí y me analiza detalladamente. Tanto, que me pone nerviosa.
Vuelvo a mirar a mi madre.

—¿A cambio de qué? —Ella me fulmina con la mirada reprendiéndome por el tono acusador y brusco de mi voz.

—A cambio de que seas mi esposa, Anastasia —responde él.
Le miro en shock.

—¿Tú... ¿tú...esposa? —tartamudeo. Se me seca la boca y mi cuerpo se congela—. ¿Yo? ¿Por qué? —Él se mantiene impasible.

—Carla, déjenos solos —le ordena con frialdad y mi madre casi salta del asiento.
La miro perpleja, y enfadada.
¿Quiere que me case?
¿Quiere librarse de mí?
El sofá se hunde a mi lado y doy un respingo cuando me vuelvo y le veo cerca de mí.
—Anastasia, nadie te obligará a hacer nada que tú no quieras. Solo es una propuesta. —Su voz, ay, su voz. Es tan suave, firme y tan reconfortante. Tengo que hacer acopio de toda mi concentración para atender a sus palabras y no perderme en esos ojos grises que me piden algo que no entiendo y en esa boca que...—. Necesito una esposa. Trabajo mucho y viajo más aún. No tengo tiempo de buscar a nadie y perder el tiempo en citas ni romanticismo. —El corazón me da un vuelco, me siento decepcionada—. Quiero una mujer a mi lado, pero que tenga claro que esto tiene fecha de caducidad y sobre todo no hay amor —me advierte.
¿Cómo iba a enamorarse alguien como él, de alguien como yo?
—No volverá a faltarte nada, Anastasia. No tendrás que preocuparte ni de llegar tarde al trabajo, ni de que comer...Nada. Yo lo solucionaré todo. —Le miro a los ojos y siento como que se refiere a algo más. Ese "todo" quiere decir algo más.
¿O no?
Me llevo las manos a la cara y me la froto.
Pone la mano en mi espalda y me tenso. Ahogo un grito y me hecho a temblar.
—Tranquila, pequeña. —Me rodea con sus brazos y yo me hago a un lado asustada.

Todas las cosas que nunca te dije.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora