Tiempo.

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Las voces de la sala de juntas llegan amortiguadas a mis oídos. Vuelvo a centrar mi vista en una gota de agua que se desliza por mi vaso de agua fría y muere en el cartón negro de mi posavasos.
Levanto la vista hacia Henry, que explica el éxito de los nuevos pozos abiertos en Oriente gracias a su estudio del terreno.
Vaya un gilipollas.
Siempre lamiendo el culo de mi tío.
Vuelvo a bajar la mirada y a seguir el recorrido de las gotas de mi vaso de agua.
Es más interesante que oír a este capullo.
Mi móvil vibra en mi bolsillo y el corazón se me acelera.
Lo saco rápidamente, pero la decepción cae sobre mí como un balde de agua helada.
No es ella.
No es mi esposa.
El solo hecho de pensar en ella hace mella en lo poco que queda de mi corazón, el poco que ese cruel viejo no destrozó.
La necesito.
Hoy hace seis días, nueve horas y...cuarenta minutos que todo entre ambos se vino abajo, cuando ella me pidió tiempo. Cuando descubrió que está casada con un monstruo. Cuando la decepción inundó sus increíbles ojos azules al saber que su marido la había engañado y traicionado.
Mi mente se catapulta al día en que me condené al infierno y habiéndola llevado al límite, habiendo trabado todas sus posibilidades de salir adelante en la vida con cualquier trabajo, le hice la proposición de tener una vida mejor.
Quería que ella aceptara sí o sí. Quería que se viera tan necesitada que no tuviera más opción que aceptar mi propuesta, aunque solo fuera por dinero. Eso me daba igual.
El monstruo que llevo dentro necesitaba saciar su sed y ella era mi agua de vida.

"—Entonces, ¿usted quiere casarse con mi hija? —Me pregunta Carla, la madre de Ana.
Es una mujer atractiva, de unos cincuenta años, pero con un negro corazón.
Nos llevaremos bien.

—Exacto, señora Adams. —Tan solo el hecho de pronunciar ese apellido me llena de rabia. El apellido del hombre que se atrevió a profanar el cuerpo de mi pequeño ángel. Pero ya me he encargado de él. No volverá a molestarla nunca más—. Ya empiezo a tener una edad, y, para alguien tan ocupado como yo es prácticamente imposible dedicar tiempo a encontrar una mujer. Trabajo mucho, y, mezclar los sentimientos quitaría tiempo de mi trabajo y eso no está en mis planes.
Ella asiente con la mirada iluminada. Está viendo a la gallina de los huevos de oro.

"Todas las mujeres son unas codiciosas. Solo les importa el tamaño de tu cartera y de tu polla. A falta de una de ambas, la otra lo compensa."

Las palabras del viejo me llegan sin invitación, pero son bien recibidas frente a una mujer como la que tengo delante.

—Les recompensaría bien. —Le paso el contrato—. Aquí está todo detallado.
Ella lo coge rápidamente y sus ojos verdes brillantes de emoción leen sin detenimiento.
Los ojos de mi ángel son azules. El azul más sereno y esperanzador que haya visto jamás.

—Señor Grey, mi hija no vale ese dinero. —La miro fijamente—. Es una mujer preciosa, educada, con carrera, y —clava su mirada ávida en mí— ...ella no ha estado con ningún hombre. —Freno el hormigueo que se forma en mi polla y el sudor frío que siento en mi frente.
Respiro lentamente intentando calmar al monstruo que llevo dentro.
—Eso sube el precio —dice con una mirada llena de codicia.
Maldita mujer.
Una vez que Ana sea mía no volverá a poner sus garras sobre ella.

—Ponga un precio. —Suelto entre dientes.
Pagaré lo que sea por ella.

—Quinientos mil.

—Hecho —digo a su vez y ella parpadea perpleja—. Dígaselo a su hija, vendré mañana por la mañana, hablaré con ella, tenemos un mes antes de casarnos y tendrá que firmar un acuerdo pre—matrimonial.
Ella asiente a todo. Por la cuenta que le trae.
El acuerdo es para alejar las manos de esta mujer de mi dinero. Ya me ocuparé de que Ana esté bien resguardada para toda la vida.
Espero que esta mujer administre bien su dinero porque no verá ni un dólar más.
Me despido de ella y salgo por la puerta sin mirar atrás.
Cuando me monto en mi coche conduzco hacia la universidad donde estudia Ana. No se me hizo difícil acceder aquí. Hice una gran donación y me hicieron benefactor, luego me encargué que Ana recibiera una beca completa para terminar sus estudios y que Carla no pudiera echarle el guante.
Esa mujer no dudaría en coger el dinero de los estudios de su hija para sus caprichos.
Espero como cada día a que ella salga.
Entra a la cafetería a las nueve, sale a la una y llega por los pelos a su primera clase, luego sale a las seis y vuelve a la cafetería hasta las once de la noche.
Todo para que la miseria de dinero que gana se le vaya en pagar facturas y para que su madre se lo gaste.
Me agarro con fuerza al volante cuando la veo salir. El corazón se me acelera.
Anda apurada mirando el reloj y sin pararse a hablar con nadie. Está muy guapa, ella siempre está preciosa. Aún con esos vaqueros rasgados y viejos, las zapatillas de mil usos y un jersey que le va dos tallas más grande.
Lleva el pelo recogido en una cola alta exponiendo su elegante cuello de cisne. La cara pálida y unas grandes ojeras.
Se frota la cara cansada y vuelve a mirar el reloj. Anda más rápido para terminar si jornada laboral.
Pronto, Ana. Pronto todo esto acabará.
No sé si la condeno o la rescato, pero lo que sí sé, es que yo la necesito y eso es lo único que me importa."

Y la condené, por supuesto. Solo hay que ver todo lo que ha sufrido por mi culpa estos días, se encerró en su habitación y apenas sale cuando yo me voy. Intento pasar en casa todo el tiempo posible, pero ella no quiere verme. Lo jodí todo. Lo jodí al engañarla, al no darle su lugar frente a todos. Todo, todo lo hice mal. Y ahora estoy pagando por mis actos viéndola sufrir, viéndola alejarse de mí, viéndola angustiada al saber la verdad sobre el monstruo con el que está casada.
Giro en mi dedo mi anillo de boda.
Una sencilla y elegante alianza de oro blanco que me une de por vida a ella, a la mujer que amo.
La mujer que amé desde el primer momento en que me atreví a posar mis ojos en ella.
La mujer con la que voy a vivir el resto de mi vida porque pienso obligarla si ella se niega.
Ana es mía, hasta que la muerte nos separe.

Todas las cosas que nunca te dije.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora