Revelaciones.

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Anastasia.

El coche se detiene y de un tirón me sacan fuera.
El sol se filtra por la tela que tengo sobre la cabeza tapándome la cara, los ruidos de la naturaleza inunda mis oídos y los pasos de mis secuestradores reproducen un sonido pétreo bajo el suelo de gravilla.

—Vamos. —Uno de estos hombres tira de mi brazo hacia adelante.
Ando con dificultad, me tenso pensando que voy a chocar y a tropezar con algo. Una oscuridad se cierne sobre mí cuando entramos en la casa y caigo de golpe sobre un sofá.
—Aquí la tiene, señora. —Tiran con brusquedad de la tela dejándome libre la cabeza y entonces la veo. La señora labios de goma me fulmina con la mirada y sin esperarlo me da una bofetada.
Au.
Y otra.

—Eres una zorra ambiciosa sin escrúpulos —sisea en mi cara—. Lo tenía todo muy buen planeado hasta que llegaste tú, estúpida. Desde que ese imbécil supo de tu existencia no dejó de buscarte. —Los ojos se me llenan de lágrimas—. Oh, por favor. Es un desgraciado. A él solo le importa el dinero. Ya lo habrás comprobado. —No, no, él me buscó—. Después de ti no quiso tener más hijos —dice y noto un deje de tristeza—. Hubo un tiempo en que lo quise. Hice todo lo posible por separarlo de tu madre y de ti pero él nunca fue el mismo. —La miro con rabia.

—Eres despreciable —le digo y ella ríe.

—Llevo años interfiriendo en sus intentos de búsqueda. Si por mí fuera tú y tu madre os estaríais pudriendo en el infierno. —Niego incrédula—. Él debería ser mío, pero he vivido atormentada durante años con tu simple recuerdo. —Sollozo.

—Él no me quiere. Ya lo has visto —le recuerdo.

—¡Le tenía amenazado, estúpida! —me grita cerca de la cara—. Cedió a todo porque le amenacé con matarte y ahora tengo que cumplir con mi palabra. Saca una pistola de la parte trasera de sus vaqueros y yo me tenso—. Ni siquiera debiste nacer. No eres más que una muerta de hambre.

—No. No, por favor —suplico.

—Todavía no, pequeña zorra. Tengo que cobrar tu rescate. —Trago saliva. Saboreo el miedo en mi garganta.
Christian. Te amo.
Un ruido de coches, chirrío de ruedas y tiros nos sobresaltan a ambas.
—¿Has llamado a alguien, estúpida? —Levanta la mano para golpearme y cierro los ojos con fuerza. Pero el golpe no llega.
Cuando abro los ojos veo a Ray detrás de ella sujetándole la mano.

—Ponle una mano encima a mi hija y te la corto, maldita puta. —Trago saliva al oírlo.
Elena forcejea con Ray y caen al suelo. De pronto me sobresalto al oír un disparo y los miro con los ojos muy abiertos y frenéticos recorriendo el cuerpo de mi padre buscando el disparo.
Unos hombres entran como una tromba por la puerta e inmovilizan a Elena.

—No...No...No —susurro al ver el cuerpo de mi padre tirado inmóvil en el suelo.

—Señora Grey, ¿está bien? —La voz de Luke me llega a los oídos.

—¡ANA! —grita Christian entrando por la puerta de la casa como una tromba. Corre hacia mí arrodillándose a mi lado y me abraza.
Oh, Dios.
He vuelto a casa.
—Dios mío, pequeña. —Su mirada aterrada me inspecciona la cara, el cuerpo y me acaricia las mejillas delicadamente con sus manos. Hago una mueca de dolor—. Mi Ana —rompe a llorar dejándome perpleja y me abraza—. He pasado mucho miedo... —solloza—. Pensé que no volvería verte. —Lloro y le abrazo con fuerza.

—Estoy bien —susurro—. Los dos estamos bien. —Me llevo la mano al vientre.

Él se limpia las lágrimas y pone sus manos encima cayendo de pronto en la cosita.
Mira hacia el lado y ambos vamos hacia Ray que está tirado en el suelo, a su lado dos hombres lo atienden.
Me arrodillo junto a él, sus ojos azules me miran sin fuerzas. Cojo su mano y se la beso.

Todas las cosas que nunca te dije.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora