Exclusiva explosiva.

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Anastasia.

Las letras se difuminaban en el folio con los balances de las ventas del último producto sacado al mercado. Una barra de labios permanente.
A mí me daba igual todo.
Venía al trabajo por salir de casa, pero la verdad, es que mi mente revotaba de un lugar a otro. Llevo dos días presa de un estado de ansiedad y depresión crónico.
Ladeo la cabeza y veo a Jessica con mi móvil en la oreja y una expresión apenada.
Sin duda estaría siendo acosada por Christian, por mi madre, o...
Me remuevo incómoda en mi silla y la ansiedad vuelve a hacer mella en mí.
Respiro hondo entrecortadamente.
Dejo el informe y salgo a la pequeña y privilegiada terraza que tiene mi despacho.
El sol de mediodía calienta un poco mi cuerpo proporcionándole un poco de confort a mi devastada alma.

—Señora Grey. —Jessica me habla desde el umbral. Ladeo un poco la cabeza y la miro de reojo instándole a hablar—. Esta tarde tiene una cita con el doctor Flynn —me dice.

—Cancélala —espeto con brusquedad.

—Y el señor Grey... —me tenso.

—Jessica —gruño. Cuando la miro ella baja la mirada apenada—. Lo siento.
¿Qué pasa con el señor Grey? —me tiende la tablet.
La cojo y me quedo sin aliento.

"—Exclusiva de última hora. Christian Grey, pillado infraganti con una mujer. El magnate ha sido visto almorzando con una mujer. A la salida se daban un beso de despedida muy apasionado..."

La tablet se me cae al suelo y yo me desplomo en el sofá que hay detrás de mí.

—Señora...—escucho a Jessica. Le cojo la mano y ella me da aire con la otra mano—. No haga caso, solo son chismorreos. —Se me llenan los ojos de lágrimas. ¿Y la foto? —. Esa foto puede ser solo una instantánea cogida en el lugar y el momento preciso.
Respiro hondo.
Le doy un suave apretón agradecido en la mano.

—Necesito estar sola, Jessica. —Ella hace una mueca de disgusto, pero se incorpora y a regañadientes se va.
Maldito seas, Christian.
Me hago una bolita en el sofá y lloro.
¿Cuántas veces más va a traicionarme?
¿Cuánto más va a reírse de mí?
Siento que me falta el aire.
Mierda.
No puedo respirar.
Me pongo de pie y me acerco a la barandilla.
Cojo aire en bocanadas grandes.

—Ana...Ana...—Jack me sujeta por detrás, me gira y me abraza.
Rompo a llorar.
—Ya está, Anastasia —me acaricia la espalda mientras lloro desconsoladamente.
No puedo hablar, no puedo pensar, no puedo parar de llorar.
Jack me lleva dentro de mi oficina y le pide a Jessica un calmante.
—Ana, debes irte a casa. No estás bien. —Vuelvo a llorar más.
¿A casa?
Ya no tengo ni siquiera un lugar donde ir donde pueda estar a salvo de la plaga que tengo por familia.
No quiero ver a ninguno.
Jessica me da una pastilla pequeña y agua.
Me recuesto en el sofá de mi despacho y todo...se vuelve...

—¡Fuera de aquí! —Unas voces en el pasillo me traen de mi estado adormilado—. No vais a acercaros a ella. —Esa es Mia.

—Es mi esposa, Mia. Ni tú ni nadie va a impedirme que la vea. —La voz de Christian me llega furiosa...
Christian...el beso con esa mujer.
Cierro los ojos.
Me siento el cuerpo relajado, debe ser aún es efecto del medicamento.

—¿Tú esposa? —oigo la risa de Elliot—. Tú esposa está sedada en una cama por que le ha dado un ataque de ansiedad al verte con otra, imbécil —le dice en voz alta.

—Cállate, Elliot... —ese es Raymond.
Me tapo la cara con las sábanas.

—¡Que os vayáis ya! —les grita Mia—. No vais a acercaros a Ana hasta que esté completamente bien y ella decida por su propia voluntad que quiere veros —dice con la voz llena de angustia.

Todas las cosas que nunca te dije.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora