Capítulo XXII (El intruso)

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A Tony no le había quedado más remedio que levantarse aquella mañana, puesto que Pepper se había encargado personalmente de contactar con J.A.R.V.I.S. La Inteligencia Artificial de la casa del castaño, para que no permitiera a este, dormir mas allá de las 08:00 am .

- ¡J.A.R.V.I.S, traidor! ¡Bloquearé el acceso de Pepper para comunicarse contigo!

Eso y algunos insultos, fueron lo primero que salió de la boca del ingeniero aquella mañana.

Lo primero que hizo al salir de la cama, fue dirigirse al baño para limpiarse el desastre de la noche anterior.

- "¡Fue una mala idea el haberme quedado dormido justo en ese momento!"- Pensó.

Aquello ahora estaba seco y era un tanto asqueroso, pero la verdad es que había merecido la pena, pues había dormido como hacía mucho tiempo que no dormía.

Se duchó y de paso eliminó también los restos de resaca terminando la botella que había dejado a medias la noche anterior en el baño.

Ahora se sentía mucho mejor. Se peinó, perfiló el diseño de su barba, lavó sus dientes y enjuagó su boca con enjuague de clorofila. Eso terminó por calmar la sensación de nauseas que como siempre le solía acompañar por las mañanas.

Antes de que pudiera pensarlo demasiado, se encontraba en el edificio de apartamentos que le había indicado Pepper.

Subió los escalones más nervioso de lo que quería admitirse a sí mismo. Contó los 54 escalones y pensó que eran pocos para estar en aquella altura.

Volvió a mirar la dirección en su móvil, comprobó la planta y el número de la puerta por si se había equivocado. Lo hizo así como si fuera posible que hubiera olvidado aquellos datos.
Bajó otra vez para comprobar de nuevo el número del portal. No podía confiar en su consabida memoria fotográfica, debía comprobarlo de nuevo.

Tras esto se entretuvo un rato contando las hileras de timbres y después las de los buzones. No coincidían. Algunos buzones no tenían los mismos nombres de los timbres y estaban alineados de tres en tres, cuando los timbres lo hacían de dos en dos. Se encontro pensando que el que diseñó aquello, estaba bromista el día que lo hizo.

Tras crear una estrategia mental para que ese vecindario tuviera orden y sentido lógico matemático, volvió a subir los 54 escalones al ser consciente de que todo aquello, solamente era para tratar de retrasar lo que igualmente debía hacer. Hablar con aquella mujer.

Subió los escalones de dos en dos cómo los timbres, ya que para hacerlo de tres en tres cómo los buzones, no le daban las piernas. No era tan alto. Ya estaba de nuevo frente a la maldita puerta.

En ese momento sintió frío. No solía salir tan temprano de casa y con los nervios sólo llevaba una camiseta de doble manga de Metállica, en color negro y rosa, unos jeans azul oscuro y una americana color negro.

Se quedó ahí plantado frente a la puerta pensando en que diría para que aquella mujer le abriera la puerta.

*********

- "¡Qué bien se siente una al gandulear los sábados por la mañana!"

Tasha se paseaba por el pasillo del apartamento con sus calcetines acolchados, su pantalón de pijama rosa con conejitos blancos de Play Boy y su camiseta negra de algodón de Black Sabbath.

Se había lavado la cara y los dientes de mala gana y había cepillado un poco de pasada su larga melena castaña, pero ni por asomo pensaba vestirse hasta que no tuviera que salir para ir a buscar comida cerca del medio día, y así se lo había hecho saber a Sam cuando la invitó a salir a trotar con él, muy temprano por la mañana.

Se había lavado la cara y los dientes de mala gana y había cepillado un poco de pasada su larga melena castaña, pero ni por asomo pensaba vestirse hasta que no tuviera que salir para ir a buscar comida cerca del medio día, y así se lo había hecho ...

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Sam ya había hecho un amigo con el que salir a estas cosas y solamente había invitado a Tasha para despertarla y molestarla, pues sabía que siempre le decía que no.

La castaña entró a la cocina que estaba separada del salón únicamente por una barra americana, se preparó un café descafeinado y agradeció nuevamente que fuera fin de semana, pues era cuando se permitía tomar su desayuno favorito. Donas... Donas glaseadas, por supuesto.

El resto de la semana trataba de cuidarse desayunando copos de avena y todo ese tipo de super alimentos y cosas sanas e insípidas que Sam le sugería.

Se encontraba con el segundo bocado de dona en la boca, cuando escuchó que llamaban al timbre.

- ¡Pizza! -Gritó alguien al otro lado de la puerta.

- ¿Qué? - Tasha se dirigió extrañada hacia la entrada y abrió pensando que sería un error. ¿Quién pediría pizza para desayunar?

- Hola. -Dijo Tony hecho un manojo de nervios, y aun así intentando fingir un tono casual.

Tasha se quedó congelada, casi juraría que se le había parado el corazón en ese mismo momento.

- ¿No me invitas a pasar?- Dijo el castaño aprovechando la confusión de la chica para entrar en la casa sin permiso.

- Aquí no pedimos pizza, debe...Debe ser una confusión. Es mejor que se marche y siga con su reparto. Sr Stark.

- ¡Oh! Ya me gustaría créeme, pero no puedo. Por desgracia tienes un pésimo gusto para los hombres y ahora resulta que tengo que ocuparme de eso. - Dijo el hombre restándole importancia al asunto, mientras caminaba al parecer inspeccionando el lugar.

- ¡Qué? ¿De qué está hablando? ¿Qué hombres? En serio. ¿Ya terminó de perder la poca cordura que le quedaba? Ni siguiera me conoce y se presenta aquí...

- Aldrich Killian. Le hablo de la rubia oxigenada de Killiam. ¿Qué tan serio es lo que sea que tienen? - Tony se había parado frente a ella con las manos en los bolsillos, su idea era sostenerle la mirada, pero no terminaba de conseguirlo del todo.

- No hay nada entre... Un momento. ¿Eso son celos?

- ¡Que más quisieras! Hablo del proyecto. ¿Cuánto te ha ofrecido? Terminemos con esto, Te ofrezco el doble.

- No me cae bien. - Tasha le buscaba con la mirada.

- ¿Killian? ¿Entonces tú y el no? ¡Perfecto! Entonces todo arreglado. Se apresuró a decir Tony.

- Usted tampoco me cae bien... Y aun así nos besamos.

- ¿Qué? No... No sé de qué me estás hablando. Debiste imaginarlo niña. ¿Acaso te tocaste soñando conmigo? Ugghhh. ¡Qué repelús!

Tasha no sabía si sentirse ofendida o reírse por la reacción tan infantil que estaba teniendo el ingeniero. De verdad que aquel hombre era todo un caso.
Le recordó aquel dicho de que cuando los niños pequeños tiran de las coletas a las niñas es porque les gustan, siempre odió ese dicho fruto del machismo más rancio, pero cuanto más observaba a aquel niño grande, más curiosidad le daba.

- ¿No vas a decir nada?...
¡Entonces te pillé...! ¡Te tocaste!

- ¡No! ¡Por Dios!

Advertencia: el próximo capítulo incluirá contenido para mayores de 18 años. Espero que lo disfrutéis tanto cómo yo al escribirlo. 

EN OTRA VIDA (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora