Capítulo VI (Si supiera cuidarte)

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La luz comenzaba a colarse por las rendijas de los altos ventanales de la gran sala de proyecciones, pero los niños no despertaban. Habían estado demasiado agotados física y psicológicamente como para despertar antes de una semana por lo menos.
Sus ropas estaban ya prácticamente secas a pesar de encontrarse bajo el gran telón, lo que las había dejado con una textura acartonada debido a la humedad y el barro. 

Permanecían allí abrazados, inertes. Casi uno pensaría que estaban durmiendo en sus camitas, en paz, sin que nada hubiera ocurrido el día anterior.

Al cabo de un rato, el castaño comenzó a despertar, al sentir cómo la niña se removía y empezaba a emitir una tos que sonaba bastante fea, hasta ese momento no se había percatado del calor que desprendía el cuerpo de la pequeña.

- Tasha despierta, ¡despierta por favor! ¡Estás ardiendo, creo que tienes fiebre!

 Posó suavemente sus labios sobre la frente de la pequeña, porque recordaba que era así cómo se debía comprobar la temperatura según lo había hecho siempre su madre.

- ¡No, déjame! No tengo fiebre, no estoy enferma; sólo tengo mucho frío, abrázame más fuerte para que se me pase.

El chico la abrazó, pero pronto la tos volvió y tuvo que separarse de ella.

- Tasha lo siento, pensé que podría hacerme cargo de todo, pero voy a necesitar la ayuda de alguien más. Yo no soy doctor, no tengo medicinas, ni siquiera sopa caliente. Así que vamos a salir de aquí y a buscar ayuda.- Tony estaba decidido, nunca había sido de quedarse quieto sin hacer nada a ver si los problemas se solucionaban solos.

- Pero yo no quiero salir, estoy cansada y no necesito a nadie más, sólo dormir. - Dijo aún dormitando.

- ¡No es negociable canija! ¡O te levantas o te llevo a cuestas, es más, creo que es eso lo que haré! ¡Uffff! ¡Esta niña me supera!

- Te prometo que mañana saldré y estaré lista para ir al cole. ¡Cof, cof, haremos espaguetis con carne para comer si te gustan, o espagueti con donas... Me gustan las donas...Cof, cof.- Tasha continuaba arrastrando su vocecita que sonaba más gangosa de lo habitual y alternándola con golpes de esa tos vibrante que provocaba un nudo en la garganta de Tony cada vez que la escuchaba.

- Está bien, está claro que no estás en tu sano juicio. Te cargaré y saldremos a buscar ayuda, soy lo bastante fuerte para cargarte, ¿sabes? Además no puedes pesar mucho, eres enana. Una enana bastante fea por cierto, pareces un monito colorado. No sé si eso nos ayudará mucho, tal vez pueda regalarte a un circo o algo así.- Al castaño siempre le había ayudado ese tipo de humor sarcástico para evadirse de la realidad, o esconder sus propios sentimientos y se valía muy habitualmente de él, pero Tasha ya había percibido esto desde hacía rato.

Tony cargó a la niña, sentía su cara arder apoyada en su cuello. Le pareció una especie de paradoja extraña, que aquello le resultara agradable y al mismo tiempo le produjera tanto miedo.

Por suerte cuando salieron del United Artists Theater, ya era media mañana y había algún que otro transeúnte por las calles, pronto los niños fueron atendidos y llevados a la única institución que se encargaba de acoger niños en Detroit. Esta era una especie de lugar de paso, ya que no había casas de acogida en la ciudad tal y cómo debería ser, sólo unas pequeñas dependencias con tres austeras habitaciones, las cuales eran dirigidas por una asistente social que rondaría los treinta años, llamada María Hill y un señor bastante serio al que todos llamaban Nick Fury a quien que le faltaba un ojo.

La Sra. Hill, tenía una de esas expresiones dulces y era muy bonita, cosa que contrastaba totalmente con el Sr. Fury, al cual daba un poco de miedo ver. Era la verdad bastante extraño, ver a alguien con ese semblante trabajando en un lugar donde había que ocuparse de niños pequeños, aunque sólo fuera un lugar de paso.

EN OTRA VIDA (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora