La lluvia había arruinado el papel que Juan Baigorria le
había dejado a Montiel para poder ingresar a la prisión.
Con cuidado y prudencia lo fue abriendo y lo extendió
prolijamente sobre una piedra plana. Lo dejó un rato al sol hasta
que secó. La tinta se había corrido, lo que hizo que el texto fuera
ilegible. De todas formas Montiel guardó el papel y continuaron la
marcha. A pesar de que la lluvia había extendido el cauce del río,
Modesto los fue guiando tomando como punto de referencia unas
elevaciones del terreno y así lograron atravesar la zona anegada por
el Paso de la Reducción. A la derecha dejaron atrás La laguna de los
Pingos, puesto fronterizo donde, años atrás, Modesto, había acompañado
al Gobernador de la Provincia a firmar un tratado de paz
con el Cacique Lautaro.
También comenzaron a verse abundantes plantaciones de brusquillas.
Entre todos juntaron una cantidad y en una zona elevada
armaron una fogata para calentar agua. Anselmo preparó mate a
pesar de que la yerba estaba húmeda. Modesto se encargó de escupir
los primeros y luego comenzó la ronda.
Anselmo aprovechó el fuego y calentó otro recipiente con agua,
le agregó raíces de brusquillas y esperó hasta el primer hervor. Muy
concentrado en su tarea revolvía y les comentaba los beneficios de
dicha infusión:
-Es un té que nos va a revitalizar. Un poco amargo pero da las
energías que necesitamos para seguir. Todos probaron, incluso
Candor. Seguía recostado recuperándose, casi sin fuerzas.
-¡Esto es un asco! ¿Estás seguro que nos va a hacer bien? –
Montiel desconfiado le daba sorbos al preparado de Anselmo. Me
parece que nos va a dar una cagadera de aquellas.
-Haceme caso, terminátelo y vas a estar como nuevo. Este secreto
que me transmitieron mis antepasados es parte de los recuerdos
que atesoro en mí corazón.
Mientras tomaban el desayuno pudieron divisar a lo lejos un grupo
de seis soldados que se aproximaba a ellos. Los cuatro no pudieron
reaccionar y quedaron inmóviles, esperándolos. No pensaban
ser vistos antes de ingresar a Las Bruscas. Montiel comenzó a buscar
dentro de su ropa el papel de ingreso.
-¡Buenos días, señores! Tomando mate ¿Qué los trae por estos
pagos, están de veraneo? –dijo el que tenía el rango más alto.
Una risotada estalló en el grupo de los milicianos. Había dos que
estaban más retrasados y tenían el fusil preparado. Esos no se reían
como el resto.
-Soy el sargento Julio Martínez, responsable de este grupo de bravos
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El legado del virrey
Teen FictionUn grupo de adolescentes sigue una pista que conocía un soldado de San Martín. Juan Baigorria. Deben encontrar a un ex funcionario español que conoce el lugar donde se había ocultado un cofre repleto de monedas de oro. En el recorrido deben pasar po...