Montiel y Sofía se despidieron de Anselmo, le insistieron
que regresara con ellos, pero él volvió a decirle que ese
era su lugar, y se quería quedar a defenderlo. Se dieron
un fuerte abrazo, montaron y se fueron al galope.
Montiel, con la tranquilidad de estar nuevamente con Sofía, prefirió
seguir con el plan trazado con Modesto, que era encontrarse a
la vera del río Salado. En el lugar donde Candor había sido tragado
por la enorme serpiente y que luego de una pelea Montiel logró liberar.
Esa noche durmieron en ese lugar. Optaron por no encender
una fogata ya que tenían la sospecha de que podrían ser vistos. No
querían que el sargento Martínez del cuerpo de los Blandengues los
descubriera en una de las rondas, fuera de la prisión.
Esperaron a Modesto y a Candor durante varios días. En el transcurrir
de los días comenzaron a perder las esperanzas del rencuentro.
La frase que se repetía era que algo les había ocurrido. Tejieron
todo tipo de historias, pero la más cercana a la realidad era que
Modesto no había podido sacar a Rafael Gaitán. Por un instante
pensaron en regresar a la prisión para averiguar qué había ocurrido,
pero regresar a Las Bruscas podría ser el fin del viaje para ellos también.
También pensaron que aquella comisión investigadora que
estaba por llegar para averiguar porque había tantas fugas dentro
del penal, podía haber interferido con los planes de Modesto.
Al quinto día pudieron ver que en la lontananza se acercaba
Candor. Con vivas y hurras lo recibieron. Aunque la alegría duró
unos pocos minutos ya que el estado de Candor era patético. Con
bajo peso y signos de desnutrición, apenas podía mantenerse de
pie. De inmediato Montiel le dio algo de comer y de beber. Candor
apenas movía la cola y no ladraba. Su mirada melancólica transmitía
dolor. Sofía le preguntaba por Modesto pero Candor solo atinaba
a cerrar los ojos. Su pelo era una maraña de abrojos y una pequeña
colonia de gusanos se había instalado detrás de su oreja.
Sofía, con una inmensa paciencia, fue liberándolo de los abrojos
y de los gusanos. Candor, simplemente, se dejaba acicalar.
-Sofía, Candor jamás dejaría a Modesto. Por lo que podemos
pensar que, o lo apresaron, o una desgracia cayó sobre mi hermano
–dijo Montiel.
-También podríamos pensar que Modesto abandonó a Candor
porque sólo podía escapar uno, sin lugar para otro.
Casi al borde de sentirse ofendido, Montiel preguntó:
YOU ARE READING
El legado del virrey
Teen FictionUn grupo de adolescentes sigue una pista que conocía un soldado de San Martín. Juan Baigorria. Deben encontrar a un ex funcionario español que conoce el lugar donde se había ocultado un cofre repleto de monedas de oro. En el recorrido deben pasar po...