- Antonio -

5 1 0
                                        

Modesto se acomodó en el rancho de Rafael Gaitán.

Todo el tiempo buscaba la forma de tener otro caballo

más. Sabía lo complicado que sería el regreso si no lo

conseguía. Pensaba todo el tiempo en el reencuentro con su hermano

a la vera del Río Salado. La presencia de Modesto comenzó

a despertar sospechas entre algunos presos especialmente de un

grupo de chilenos desertores que tenían un rancho cerca de donde

él estaba instalado. Uno de ellos, de nombre Antonio, merodeaba el

rancho. Se acercó y comenzó a hacerle preguntas.

-¿Vos quién sos? ¿Qué están buscando acá? Ustedes se tienen

que hacer su propio rancho si quedan detenidos, o en realidad ¿se

van enseguida?

-Estoy esperando a mi hermano que fue a rescatar a Sofía, su

prometida. Lo acompañó Anselmo, un amigo del alma. Fueron hasta

Los Tordillos, que está a unas leguas de aquí. No soy preso.

-Y, ¿por qué no fuiste con ellos? Los Tordillos es un lugar muy

peligroso. Cuanto más son es mejor. Allá se esconden personas de

mala vida.

-Ese no es asunto tuyo. Nosotros le ponemos el pecho a las balas

y queremos recuperar a Sofía y lo lograremos. Parece que sos muy

preguntón. Andá mandate a mudar, andá para tu rancho. No quisiera

saber porque estás preso acá.

-Parece que este gaucho es muy bravo –dijo Antonio. Lo único

que te digo es que si vos vas a sacar a alguien de Las Bruscas va a

tener que ser conmigo.

-¿Estás loco? ¿Cómo se te ocurre? Yo soy amigo del Comisario.

Jamás sacaría a alguien sin permiso. Y te repito que te mandes a

mudar ya mismo de este rancho, no sea cosa que tenga que llamar a

uno del cuerpo de los Blandengues para que te pongan un rato en el

cepo o que te den unos azotes, así se te van esas ideas de la cabeza.

-Me voy, pero... ojito te tengo vigilado. Si sacás a alguien de este

pozo me vas a tener que sacar a mí también. Espero que te quede

claro.

Antonio se retiró del rancho de Rafael sin antes dirigir miradas

desafiantes.

Modesto, preocupado por la discusión con Antonio, le dijo a

Rafael:

-Oiga, en estos días usted tiene que comer. Su cuerpo no va a

resistir el viaje si no está bien alimentado. ¿Cómo se consigue algo

de comer en esta prisión?

-Acá lo que abunda es el hambre. Todos los días pensamos de

donde sacar algún bicho para asar. ¿Por qué piensa que estoy tan

El legado del virreyWhere stories live. Discover now