Espero que puedan disfrutar este capítulo como yo he disfrutado al escribirlo.
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Él estaba concentrado observando el gran reloj de pared en la sala de espera hospitalaria, sentado en la tercera fila de sillas, se levantó sintiéndose nervioso luego de ser llamado por la enfermera para ingresar en el consultorio médico.
Caminó viendo la vida pasar a través de sus ojos, recordó la sonrisa deslumbrante de su madre, la mirada traviesa de su hermana menor e incluso divisó aquellos ojos con una expresión despreocupada de su amante, pasó a través de diferentes personas hasta llegar al marco de la puerta blanca del consultorio.
Las palabras Dr: Chris, Oncólogo, estaban expuestas en una placa plateada.
Una vez más tuve el mismo sueño, estaba en un desierto sin fin Hay una deslumbrante ciudad, pero siempre se desvanece antes de llegar allí
Sus labios se fruncieron en un gesto amargo, si bien hoy era la dichosa cita definitiva para saber si estaba completamente sano o no, se sentía muerto, completamente falto de vida, un cuerpo vacío que vagaba en las calles.
De hecho, su piel blanca, labios cenizos y grandes ojeras bajo sus ojos le daban el toque enfermizo y moribundo que no necesitaba, pero la preocupación y depresión estaban creando un caos en todo su ser, no solo se sentía triste y confundido, también estaba irritado y muy pesimista.
Para llegar a ese lugar, acepto este distante y peligroso viaje
Tocó suavemente la puerta del consultorio esperando no ser escuchado, sin embargo,escuchó aquella voz dulce y etérea del doctor, que, sacándolo de sus cavilaciones le invitó a ingresar en la habitación.
El olor a vainilla golpeó sus fosas nasales, el Doctor Christopher siempre había optado por ofrecer aroma-terapia gratuita obligatoria, algo que en si, no le molestaba, en cambio le ayudaba a concentrarse en otras cosas, por ejemplo, la camisa de color azul del doctor que se veía perfectamente planchada o el sonido de las aves que provienen del reproductor en la estantería de color negro, donde también descansaban algunas fotografías, pequeños trofeos y los diversos títulos y diplomas que acreditan al Dr Chris como uno de los mejores extranjeros ejerciendo en Tailandia.
No estoy seguro de nada No puedo prometer nada
El Doctor Chris habló, meciendo suavemente el sobre con la sentencia definitiva de la biopsia:
—Buen día pequeño, espero te sientas mejor últimamente —Can suspiró pesadamente mientras el doctor intentaba maquillar la situación, ambos sabían la gravedad del asunto, él se sentía incluso peor de lo que se veía, las múltiples terapias, las pastillas y las conversaciones con el psicólogo no habían logrado nada positivo—, bueno Cantaloupe, no tengo buenas noticias —continuó hablando el doctor. Can ya se esperaba ese tipo de sentencia "no tengo buenas noticias" o "sigues enfermo" era lo que ya sabía que iba a escuchar.
