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Where the hell is my wife?


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Zoella Ross ni siquiera en sus mejores sueños imaginó estar en un lugar como ese. Aquello que sus ojos veían solo podía ser producto de aquellas películas que solía ver junto a su hermana menor cuando eran niñas, pero no, ahí estaba ella cabalgando un hermoso caballo blanco mientras escuchaba el cantar de los pájaros y el ruido de los árboles moviéndose a causa del viento. Aun con el paso del tiempo podía recordar cómo llegó ahí.

Era una tarde de otoño cuando Zoe junto a su amigo y vecino, Dylan Wright, corrían por las calles, ambos terminaron sus clases y al chico de cabellos oscuros se le ocurrió hacer una carrera con ella, la mejor forma de distraerla de todo lo que sucedía en su hogar era sacando su lado competitivo y vaya que lograba su cometido, pues cuando llegaron a cierto árbol la chica comenzó a reír y mofarse en el rostro del otro. Aquello no era gracioso para Dylan, así que luego de calmar a su amiga la retó otra vez, contaron hasta tres y volvieron a salir corriendo adentrándose al pequeño bosque que servía de atajo para llegar a sus hogares. Zoella iba tan emocionada que no pudo notar la rama de uno de los árboles provocando que tropezara y cayera al suelo, un quejido salió de entre sus labios para luego levantarse y limpiar su ropa, pensando en lo molesta que estaría su madre cuando viera como quedó, pero aquellos pensamientos se esfumaron al momento de ver toda la vegetación a su alrededor.

El sol brillaba con fuerza, el viento soplaba alborotando su cabello, logrando que el pequeño gorro de lana que llevaba sobre su cabeza se fuera volando, ella se dio la vuelta en dirección a la prenda y caminó en su dirección, se agachó y cuando se propuso a tomar la prenda vio unas patas de caballo, se quedó así un momento hasta que lentamente alzó la mirada encontrándose con un centauro, por supuesto que ver aquello la sorprendió tanto como para enviarla al suelo y si eso no fue lo suficiente para ella, el ver a aquel pequeño animal salir a un lado y hablar la hizo caer desmayada.

— ¿Otra hija de Eva? —preguntó con sorpresa el fauno cuando el Sr. Castor llegó con la noticia hacia los actuales reyes, quienes parecían aún más sorprendidos por la noticia, todos salieron corriendo del salón observando como uno de los centauros llevaba un pequeño cuerpo entre sus brazos.

— Por Aslan...

Unas horas después Zoella se encontraba mirando todo con asombro. Había despertado esperando que todo fuera un sueño, pero no, ahí estaba ella en una cama mucho más grande que la suya y a su lado algo que definitivamente no existía causando un pequeño asombro y miedo en ella, al punto de alejarse y encerrarse en otra de las habitaciones, su idea era mantenerse segura. Quería volver a casa y dejar de ver a todas esas criaturas, sintió el pánico correr por todo su cuerpo y cuando la puerta fue golpeada las lágrimas comenzaron a salir, se alejó de esta y se abrazó a sus piernas, pero la voz de alguien al otro lado diciendo que todo estaría bien, la hizo calmarse un poco, se levantó con cuidado y con las manos temblorosas abrió de a poco la puerta, encontrándose una cabellera rubia y una sonrisa amable en el rostro del joven dueño.

— Bienvenida a Narnia.

Ese tan solo fue el principio de la aventura más extraña que podría vivir, escuchó las historias de los hermanos y la de cada uno de los narnianos, así hasta que fueron pasando los años. Zoella aún con todo lo que escuchó seguía pensando que toda era una locura a la cual terminó aceptando, aprendió a aceptar su extraña realidad, sobre todo cuando tenía la ayuda de los hermanos y de uno que otro animal extraño en aquel lugar, pero la persona que más ayudó era cierto azabache que no la había dejado sola ni un solo momento, la llevó a conocer los alrededores, charlaban e incluso le enseñó a defenderse con una espada.

Mientras que con los otros tres hermanos la amistad se hizo fuerte, con el otro hermano la relación fue para más.

Si a Zoe le hubiesen dicho antes que iba a casarse con un rey en una tierra como esa, seguramente habría a carcajadas, pero ahí estaba ella con aquel vestido blanco y los nervios de punta mientras caminaba hacia el que iba a ser su esposo, vaya vida.

Zoella Ross no era parte de ninguna profecía, pero ahora estaba siendo una parte importante en la historia de Narnia y seria recordada por las cosas maravillosas que hizo por cada uno de los habitantes de aquellas tierras.

— ¡Date prisa, eres lento! —gritó Zoella. El viento alborotó sus cabellos y los quito de su rostro rápidamente para poder mirar detrás de ella a su esposo.

— Solo... tomamos un respiro. —respondió Edmund mientras señalaba a su caballo Phillip.

— Quédense en el castillo, yo mismo cogeré el ciervo blanco. —dijo Susan en tono de burla mientras se acercaba con su caballo hacia donde Zoella estaba, la cual sonrió e intentando no comenzar a reír fue con su caballo hacia donde Edmund estaba, el hombre sonrió cuando estuvo a su lado.

— ¿Estas bien? —preguntó con su vista fija en el caballo.

— Ya no estoy tan joven como antes, su majestad. —respondió el animal hacia la mujer.

— Honestamente, hermano. ¡Debes ser tu quien cuide a tu esposa en estas situaciones, no al revés! —resopló Peter, apareciendo junto a sus hermanas.

— Ah, pero mi marido es viejo ahora. Me temo que no es tan ágil como solía ser en aquel entonces. —bromeó Zoe. Edmund le hizo una mueca a su esposa antes de mirar el enorme poste de metal negro que estaba a su lado, Zoe frunció el ceño y posó su vista en el objeto—¿Qué es eso? —Lucy negó con la cabeza y desmontó su caballo para correr hacia el objeto, provocando que ella frunciera aún más su ceño y también bajara del caballo para ver mejor— ¿Eso es un farol? — susurró, causando que los cuatro la miraran confundidos— ¿Qué? Tengo un pequeño recuerdo de eso. Después de todo, esto es Lantern Waste, ¿no es así?

— Es como si hubiera visto esto antes. —susurró la menor— Como, en un sueño.

— O en un sueño de un sueño. —añadió Edmund.

Lucy jadeó y abrió la boca con emoción. — ¡Bitación!

Los otros se miraron confundidos y Lucy corrió para perderse entre los árboles donde parecía haber un pequeño pasadizo, todos se miraron con extrañeza hasta que Zoella fue la siguiente en salir corriendo detrás de la menor siendo seguida por los otros Pevensie. Sin embargo, los hermanos se sorprendieron cuando retrocedieron en la década de los 40, en su época original cuando ingresaron a Narnia.

Los ojos de Edmund inmediatamente escanearon a sus hermanos y recorrió la habitación con la mirada, sin darse cuenta de la conversación en curso entre Peter y el profesor Kirke.

— No estoy seguro de que nos crea, señor. —escuchó decir a Peter mientras él estaba en su estado de pánico.

— Pruébame. —retó el profesor con una sonrisa, lanzando la pelota a los hermanos en el momento exacto en que Edmund se ponía de pie y para sorpresa de todos, corría de regreso al interior del guardarropa.

— ¿Edmund? —preguntó Lucy cuando escuchó a Edmund gritar, golpear y patear la parte de atrás del armario de madera. Peter entró en el armario y lo arrastró hacia atrás.

— Edmund, cálmate.

— ¡Déjame ir! ¡Tengo que volver! —gritó y se agitó en los brazos de Peter.

— ¡Edmund! ¿Qué pasa contigo? —cuestionó Susan antes de mirar al profesor que le sonrió y le hizo un gesto a su hermano.

— Edmund, ¿qué te molesta? —preguntó Peter una vez que el niño moreno se calmó. Edmund miró hacia abajo y respiró bruscamente antes de levantar la cabeza, miró a su hermano mayor a los ojos con la feroz mirada que solo puede recibir el mejor guerrero, diplomático y uno de los mejores reyes que Narnia ha experimentado.

Peter apenas tuvo tiempo de tragar antes de que Edmund gruñera de rabia.

— ¿Dónde diablos está mi esposa?

Tempo ➳ Edmund PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora