¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Zoella Pevensie soltó un pequeño suspiro ante la brisa que golpeó su rostro, el aire otoñal siempre era su favorito, quizás por la cantidad de recuerdos que le venían ante la época, sus recuerdos más preciados siempre ocurrían en la época que las hojas se teñían de naranja y caían al suelo. Luego de estirarse un poco su mano colocó uno de los mechones de cabello que se soltaron de su trenza detrás de su oreja para dar el último paso hacia el patio trasero de su casa donde una pequeña risa salió de entre sus labios ante la escena frente a ella.
Mas no podía evitar reírse cuando veía como un infante de no más de cuatro años tacleaba a un hombre que le doblaba en masa corporal, era una escena que jamás se cansaría de ver, quería atesorar aquellas escenas tan simples para cualquiera pero que eran importantes para ella.
— ¡Mamá! —chilló la niña de cabellos oscuros levantándose del cuerpo de su padre solo para correr hacia donde Zoe estaba esperándola con los brazos abiertos y de cuclillas, debido a esto último el impacto que tuvo la menor las envió a ambas al suelo provocando una sonrisa en el rostro de la mujer al sentir los brazos de su hija a su alrededor.
— Se más cuidadosa, Rosie. —dijo Edmund al ver lo que sucedió, la niña miró a su madre con un puchero.
— Lo siento, mami.
— Tu padre es un aburrido, ¿cierto? —preguntó y la niña asintió ganándose otra sonrisa y beso de Zoe quien escuchaba la queja del mencionado a unos metros— No paso nada, estamos bien.
Rosie sonrió ante esas palabras, ella era quien más emocionada estaba por la llegada del nuevo integrante de la familia por lo que Zoella no solo tenía a Edmund cuidando de ella, si no también tenía a su hija, al menos cuando no tenía a Peter, Lucy o incluso Susan cerca, cuando todos se juntaban definitivamente terminaba siendo todo un caos y un dolor de cabeza para Zoe.
Pero podía entenderlos, hace casi dos años perdió a su hijo, ni siquiera pudo llegar a nacer cuando se fue, fue un golpe difícil para cada uno, una etapa oscura que Zoella podía añadir a su lista, sin embargo, el apoyo de su familia y cercanos la ayudaron a salir, era esa misma razón por la que tenía a todas esas personas a su alrededor, incluso a la misma Rosie quien aun con ser muy pequeña y no entendía la situación de su anterior hermano estaba ahí.
Era su deber como hermana mayor cuidar de él o ella, eso es lo que aprendió del hijo mayor de Peter, él bebe todavía era muy pequeño y ella ya se sentía con la responsabilidad de protegerlo de incluso los monstruos que decía vivían en su armario, Zoella bromeaba diciendo que en realidad eran sus tíos y padre quienes estaban ahí, que no le sorprendiera si salían y la comían a besos, algo que definitivamente calmaban a la menor y que provocaban una queja en su esposo.
