ii. viii

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Now I'm happy.

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La luz del sol se filtraba entre las ramas de los árboles, Zoella no reconocía el lugar, pero estaba maravillada de ver la infinidad de vegetación a su alrededor. La leve brisa en su rostro, el sonido de las aves y otros animales la hicieron sentirse en paz, se levantó con cuidado del suelo y comenzó a caminar en el pequeño sendero de tierra, eran estos lugares los que tanto había extrañado de Narnia.

Su concentración estaba en observar cada cosa a su alrededor, pero el sonido de agua llamó su atención por sobre todas las cosas, tras dar varios pasos el sendero la condujo a una playa, las olas chocaban en la costa, el sol provocaba que el agua se viera exquisita, una escena maravillosa pero que a cada paso que deba este quedaba en segundo lugar al ver la figura de un enorme león a las orillas.

— ¿Aslan?

— Has crecido demasiado, pequeña. —Zoella sonrió y corrió hacia el león, sus brazos rodearon su cuello dejando recargar su cabeza en el pelaje de la majestuosa criatura— ¿Por qué lloras?

— L-lo siento...

— ¿Te disculpas por llorar? —ella negó— No necesitas disculparte, sé que ha sido difícil, déjalo ir.

— Dijiste que tuviéramos fe y.... yo la perdí. —murmuró con la voz cortada por culpa de las lágrimas— Te he fallado, he sido tan débil.

— ¿Débil? —preguntó y negó con la cabeza— Has soportado todo por ver una sonrisa en el rostro de tu hermana, por poner una sonrisa en tu rostro, eres más fuerte de lo que piensas, Zoella.

— No es felicidad si es falso. —susurró— Es difícil encontrar felicidad.

— Nadie dijo que sería fácil, pequeña. —comentó antes de darse la vuelta y observar al horizonte, el silencio entre ambos se hizo presente. Aslan sabía lo difícil que había sido todo para ella, sabia de todas las noches en las que sus sollozos rompían el silencio de su oscura habitación, las veces que estuvo despierta mirando por la ventana a una enorme ciudad a la espera de un milagro, así como tampoco podía negar el conocimiento de cada una de las veces que lloró mientras en su mano se encontraba un anillo de plata.

Había sido difícil cada uno de los momentos que Zoella tuvo en el pasar de esos casi tres años y por eso el león se sentía feliz cuando una carcajada verdadera salía de entre los labios de ella. La vida era complicada, todos lo sabían en algún momento y mientras escuchaba los sollozos de Zoella en aquella fría habitación de hospital se preguntó ¿por qué las peores cosas les pasan a las personas buenas?

— Jamás supe la verdadera razón de estar aquí. —susurró Zoella luego de varios segundos de silencio ganándose la atención del león— De un momento a otro solo estuve aquí, constantemente me preguntaba si tenía algún propósito mi estadía... Nadie dijo que sería fácil ser feliz, pero yo lo fui, por varios años y aun cuando todo ocurre espontáneamente estoy agradecida, no sé si sea correcto, pero gracias por poner a los Pevensie en mi camino, quizás no estaba en tus planes, pero fui feliz, espero que ellos también lo sean, siempre.

— ¿Qué hay de la tuya?

— Ahora soy feliz.

— ¿Qué pasara luego? —preguntó y Zoella solo pudo encogerse de hombros ante la pregunta realizada por Aslan, no tenía respuesta, tampoco la quería, tenía miedo de lo que iba a pasar cuando regresara de toda esta aventura, su mano paso a su cuello inconscientemente, donde sintió una cadena, con sorpresa tomó el anillo entre sus manos sintiendo como su corazón se estrujaba en su pecho al sentir el material entre sus dedos— Quiero hacerte una pregunta y quiero que la pienses antes de darme una respuesta, ¿bien?

— Bien...

— ¿Qué estarías dispuesta a dar por ser feliz? —preguntó dejando desconcertada a la chica— ¿Podrías dejar todo por tener una vida junto a la persona quien tiene el otro anillo?

Zoella quiso responder con un rotundo si al león, pero sus ojos se abrieron de par en par cuando el sueño se vio terminado, maldijo en voz baja a Morfeo por no darle cinco segundos más. Se levantó del improvisado campamento que habían hecho en aquella isla y observó a todos dormidos, su vista se quedó en la figura de Edmund, la pregunta de Aslan invadió sus pensamientos; ¿sería capaz de dejar todo por quedarse con Edmund?

Soltó un suspiro antes de comenzar a caminar por entre los árboles, necesitaba alejarse un poco para pensar. Con sus manos apartaba cada una de las ramas que se le atravesaban en su camino, no quería tener algún rasguño que le trajeran un interrogatorio luego. Se sentó en un tronco caído y observó al cielo, mientras dejaba que su cabeza tuviera libre albedrio con sus pensamientos, hasta que el sonido de las ramas la sacaron de aquella ensoñación percatándose de lo que sucedía.

— ¿Lucy? —preguntó al verla flotando— ¡Lucy!

La mencionada comenzó a patalear al escuchar su nombre, Zoella corrió hacia ella, pero chocho contra algo que luego la cargó, sus pies estaban en el aire mientras su cabeza se encontraba casi arrastrándose en el suelo, no tenía oportunidad de gritar, algo presionaba su boca, era incomodo estar de aquella manera y fue aún peor cuando la soltaron como si de un costal se tratara.

Sentía la sangre aun en su cabeza y un extraño sonido en sus oídos, tomó unos segundos para ella recuperarse de haber estado de cabeza y del golpe que le dieron al soltarla.

— ¿Y si no? —preguntó Lucy al negarse a cooperar, Zoe se levantó y observó a la menor con una media sonrisa ante la valentía.

— La muerte.

— Genios, la necesitan viva. —exclamó interrumpiendo a los seres invisibles.

— No se me había ocurrido.

— Claro que no, tonto.

— Tiene razón.

— Entonces solo mataremos a tus amigos. —exclamó— Empezando por ella.

— Genial, ahora soy carnada de Casper. —Lucy observó a su amiga quien solo asintió con la cabeza al ver que sus opciones de salir de ahí solo consistían en entrar a una casa y recitar un hechizo. No sonaba peligroso, aun así, le deseo suerte a la menor mientras ella se quedaba ahí junto a esas cosas— Lucy tiene razón, no era necesario tanta hostilidad, Casper era amable ustedes son como Tufo o Gordi, invisibles y torpes.

— ¿Qué son esas cosas?

— Oh, cierto. —sonrió y se sentó en el césped observando a donde suponía estarían aquellas cosas— Son unos fantasmas, Casper es el amigable, debieron ser así para poder recibir ayuda.

— ¿Amigable?

— Si, es lo que estoy haciendo ahora mismo. —respondió y los otros tal como habían hecho con la palabra muerte comenzaron a repetirla, pero pararon abruptamente cuando un ruido llamó la atención de todos. Zoe se levantó de donde estaba y se puso de puntillas para observar al grupo de tripulantes, lástima que antes de que pudiera hacer algún ruido fue arrastrada hasta detrás de una de las figuras de arbusto para solo escuchar el ruido que hacían al pelear, pero ella también lo hizo cuando las criaturas se mostraron, con solo derribar a uno era suficiente para que estos cayeran al suelo— ¡Son tan tiernos!

— ¡¿Zoe?! —la mencionada caminó hacia la voz observando a todos ahí.

— Buenos días, Ed. —sonrió y apunto a uno de las criaturas— ¿No te parecen tiernos?

— ¿En serio? —preguntó y ella asintió, Caspian desvió la mirada para no reír.

— ¿Qué? No me veas así, Pevensie.

Tempo ➳ Edmund PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora