Narra Minho:
Llegamos del hospital, luego de dejarla en observación, al fin el doctor le dió el alta luego de dos días.
No quiso que la sacaran en silla de ruedas, vi su mirada de pánico al verla al lado de su cama. Eso me hizo recordar que una vez me dijo que le traía malos recuerdos de cuándo tuvo su accidente automovilístico. El hecho de no poder moverse por sí misma durante varios meses, y que solo se ayudaba de una silla de ruedas para poder trasladarse, siempre la marcó.
Sin importarme lo que pensaran las personas a mi alrededor, la saqué yo mismo tomándola entre mis brazos... no me dijo nada, pero su suspiro de alivio me tranquilizó.
Llegué a casa, el ambiente de melancolía se sentía por todas partes, esa alegría al escucharla reír o gritar mi nombre cuándo llegaba ya no estaba.
-Hijo, que bueno que ya llegaste- La voz de mi madre se escuchó desde la sala.
Dejé las llaves del auto en su lugar al igual que las de la casa, y me dirigí a ella.
Mi madre se turnaba para cuidar a Elizabeth en mi ausencia. Necesitaba resolver algunos asuntos en la empresa para poder estar a su lado todo el día, y pasar este duelo juntos.-Gracias madre- Le dije acercándome a besar su frente.
-De nada, hijo, está en su habitación durmiendo- Me respondió con esa hermosa mirada sonriente que tiene y se despide de mi, dejándome solo.
Caminé por el pasillo hasta nuestro dormitorio, abrí la puerta lentamente intentando hacer el menor ruido posible. La cobija que la cubría delineaba a la perfección la figura de su cuerpo, mis ojos se llenaron de lágrimas al escuchar sus sollozos.
Me acerqué con pasos lentos acostándome a su lado, se volteó mostrándome su rostro empapado. Acaricié su mejilla con mi palma y la abracé dejando salir algunas lágrimas también.
...
La ayudé a ducharse, su mirada estaba perdida en algún lugar, no me decía nada. Recorrí su cuerpo con la esponja delicadamente, con su frágil contextura temía que se pudiera quebrar. Nunca la había visto tan indefensa, parecía una niña pequeña asustada del mundo.
Pasé la toalla por su cuerpo secando las gotas de agua que lo recorrían. Le ayudé con la ropa interior y cobijé su contextura con su bata de color rosa.
Sequé su cabello que le llegaba a la cintura, y lo peiné con mis dedos. El olor a flores que desprendía me hizo sonreír a pesar de la pena.
Sentí como a lo lejos se escuchaba una música proveniente de la sala, la reconocí de inmediato, era mi teléfono móvil.
-Espérame aquí- Le dije caminando y dejándola sentada sobre la cama.
Me dirigí hasta la sala, miré la pantalla, era el manager de Elizabeth, Sergio.
Eran buenas noticias, su madre y los chicos de su grupo llegarían a verla mañana....
Narra Elizabeth:
Miraba por la ventana de la habitación, las cortinas blancas bailaban al compás del viento. Mi mente divagaba y me quedé observando por largos minutos ese movimiento relajante.
Tan solo habían pasado algunos días de la pesadilla que viví y aún parecía un sueño.
Los medios de comunicación no tardaron en divulgar la noticia, revistas de farándula, redes sociales, incluso en la televisión de las diferente partes del mundo, hablaban de mí y de lo que había pasado.
Mi padre, pidió disculpas públicas por haber dañado mi imágen... Creo que le dio cargo de conciencia por la pérdida de mi bebé.
Qué importa ya... el daño está hecho. Y por más que me pida perdón, no me devolverá la vida de mi hijo.
Las shawols que me molestaron me pidieron disculpas también en un extenso comunicado. No sé cómo pueden ser tan inmaduras y hacer tanto daño como me hicieron. Ese acto tan cobarde siempre será una marca imborrable en mi corazón.
Llegué a casa, luego de salir del hospital, como odio ese lugar, el olor a medicina me produce dolor de cabeza, además de malos recuerdos.
Desde ayer no he salido de la habitación, me refugié en la cama, llorando a moco tendido todo el día. ¿Qué más podía hacer? El dolor y el vacío que sentía era deprimente, y necesitaba sacarlo de alguna manera.
Minho estaba a mi lado, como un pilar fundamental. Me hablaba con cariño, susurros siempre salían de sus labios.
Me trataba con tanta dulzura y delicadeza. Tocaba mi cuerpo como si tuviera miedo de romperme. No estaba equivocado, mi alma en mil pedazos se encontraba, tantos que son imposibles de contar.Me ayudó a ducharme, el agua tibia se sentía tan bien, se deslizaba por mis curvas perfectamente. Y el olor a shampoo dulce, de alguna manera me hizo sonreír.
Secó mi cabello acariciando mis hebras con sus dedos, sé que le encanta la longitud de mi pelo, y me gusta mucho que me lo acaricié.
En todo el tiempo que estuvo conmigo, no me dijo nada, las palabras no eran necesarias, su mirada triste me partía el alma.¿Pero que palabras de consuelo podía decirle? Si ni yo encuentro las palabras adecuadas para sacarme toda esta pena del corazón.
Me dejó por unos minutos sentada en la esquina de la cama. A mi izquierda había un enorme espejo que me reflejaba y me hablaba que me dirigiera a él.
Caminé sintiendo el piso frío bajo mis pies. Me quedé mirando la reflección de mi cuerpo a través del vidrio por unos segundos y dirigí mis manos hasta el lazo que sujetaba mi cintura, lo solté dejando caer la bata rosa alrededor de mis pies.
Me miré en el espejo y descendí mi mirada hasta mi estómago, mi vientre estaba desigual, la imagen de él levemente abultado vino a mi mente. Lo acaricié con la ilusión de no estar soñando, pero las lágrimas se formaron en mis ojos al instante al volver a mi triste realidad.
Vi a Minho aparecer por la puerta me miró por una milesia de segundos y corrió hasta mí.
-¡Elizabeth!- gritó angustiado.
Se sacó su chaleco y lo colocó sobre mis hombros envolviéndolo con ayuda de sus fuertes brazos. Sentí mi cuerpo temblar y me aferré llorando desconsolada en su pecho, él ocultó su rostro en el hueco de mi cuello sintiendo su respiración temerosa.
-No te tortures así corazón...-Me dijo en un susurro.
Sentí mi cuerpo pesado de tanto llorar, me tomó entre sus brazos llevándome a la cama, y me ayudó a colocarme pijama acostándose a mi lado.
Me abrazó por la cintura como solía hacerlo, con su mano sobre mi vientre... Se la aparté de un manotazo y él solo soltó un suspiro profundo.Intenté cerrar mis ojos cansados, pero las imágenes de las luces de aquel hospital venían a mi mente. El rostro de Minho asustado y sudoroso intentando calmarme mientras sujetaba mi mano fuerte...
Me sentía vacía, no podía mirarlo a los ojos, le había fallado como mujer...
Me sentía culpable...
Lo único que quería era morirme....
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Luchando contra el destino ~♡ (Choi Minho)
Romance~Segunda Temporada de "Todo fue cosa del destino" ¿Porque la felicidad no puede durar para siempre? ¿Podrán nuestros protagonistas superar los obstáculos? Inicio: 15/09/2018 Finalizado: 19/09/2019