Luchando contra el destino ~♡ (Choi Minho)

~♡ Pesadilla

Narra Minho:

-Minho...Minho-

Me despertó la voz de Elizabeth diciendo mi nombre en un susurro.

-No me siento bien- me dice con voz débil esta vez.

Prendí la luz del velador de manera rápida, voltee a verla.

La examiné con cuidado con la mirada, su rostro estaba pálido, y su frente brillaba por el sudor. La respiración era agitada, coloqué mi mano en su frente.

-Estás ardiendo en fiebre- le digo asustado.

-Me duele mucho- me responde ella acariciando su vientre con ojos llorosos.

No lo pensé dos veces y me tiré fuera de la cama, me vestí lo más rápido que pude, la envolví en un chal, tal y como estaba y la tomé en mis brazos. Sus quejidos de dolor al levantarla hizo que mi corazón se estrujara.

Manejé a toda velocidad, saltándome varios semáforos en rojo y esquivando algunos vehículos que viajaban a esta hora de la madrugada. Mis manos sudaban, mi corazón latía nervioso y sólo en mi mente repetía una y otra vez "Todo va a estar bien".

Elizabeth a mi lado gemía de dolor mientras sus lágrimas caían por sus mejillas.
Llegamos al hospital, la tomé en mis brazos sacándola del auto y corriendo a la entrada.

-¡¡¡AYÚDENME POR FAVOR!!!- Grité desesperado.

Las enfermeras y el doctor apresurados llegaron al escuchar mis gritos de auxilio. La deposito en la camilla que trajeron y camino rápido por el pasillo tomando su mano fuerte.

-Dígame que pasó-Me preguntó el doctor tomando su muñeca izquierda comprobando su pulso.

-Despertó con mucho dolor, está ardiendo en fiebre...-Le respondo con respiración agitada.

-¿Cuánto tiempo de gestación tiene?-Me preguntó mirando su vientre.

-Quince semanas-Le contesté.

Él medico la examina con la mirada y sin mirarme al rostro dice en voz alta:

-Tiene síntomas de pérdida-

-Está sangrando- dice una enfermera que camina rápido a mi lado. La miré asustado y luego a Elizabeth, ella se retorcía de dolor. Caminamos unos segundos más por el largo pasillo, hasta unas puertas anchas que se veían a lo lejos.

-No puede entrar- me dice una enfermera gritándome.

Cerraron las puertas ante mis narices, solté su mano con dolor. Mi todo estaba tras esas puertas y le recé a Dios que cuidara a mi familia.

-Elizabeth -Le susurré mientras la alejaban de mí.

Vagué sin rumbo por el pasillo, mi mirada estaba perdida, el shock de verla tan mal aún me erizaba la piel. Me senté en unas sillas en el pasillo, y me recargué en la pared con mi cabeza hacia atrás.

¿Qué voy a hacer?

¿Ella estará bien?

¿Mi bebé podrá resistir?

Llamé a mis padres y a los chicos no quería estar solo, el miedo me estaba matando por dentro. Cerré mis ojos para tranquilizarme un poco... pero fue peor, ya que lo único que veía era su rostro con expresión de dolor.

No supe cuánto tiempo pasó hasta que escuché gente cerca de mí. Los chicos llegaron corriendo al igual que mis padres.

-¡Hijo!-Mi madre me abrazó para contenerme, lloré dejando sacar mi miedo.