Operación: Niñera [Nash Grier y tú]©

Capitulo 3.Esto tenía que ser una broma

Maratón 1/3

— ¿Seguros que estarán bien mientras llegue la niñera?

— ¿Seguros que quieren dejar a una desconocida a cargo de sus hijos?— pregunté de vuelta. Me volteé a verlos y mis padres me miraban con repróche.- Si mamá, estaremos bien. Pero apresúrense o perderán su vuelo.— sonreí falsamente.

— Bueno. Antes de irnos, está de mas decir que aunque tengan una niñera, por favor quiero que tu también cooperes Nash, cuida a tus hermanos.—pidió papá suplicante.

— No se preocupen, ya verán que nada pasara.—sonreí de nuevo y alcé a Sky en mis brazos.

— Más les vale.—advirtió mamá.— Recuerden que Lucy también estará con ustedes, no debe tardar tanto en el súper mercado.

— Claro.—asintió Hayes y nos despedimos de nuestros padres para entrar a casa.

Justamente ayer mis padres habían renovado sus votos de matrimonio, junto a una gran cena que tuvimos con toda la familia en la noche. Así que hoy partían a sus vacaciones en Hawaii, se quedarían exactamente un mes, lo que significaba un mes de torturas con una anciana cascarrabias.

Se supone que la niñera debía llegar hace más de media hora, pero había llamado a mi madre diciendo que llegaría un poco más tarde de lo esperado por problemas personales. Seguramente le dolía la espalda por lo vieja que estaba y no la culpo.

Con Sky y Hayes decidimos ir a mi habitación y hacer un maratón de películas, siempre solíamos hacer esto los domingos, pero en vista de que no teníamos qué hacer era buen plan.

Narra ______

— Excelente, mi primer día de trabajo y ya voy tarde por tu culpa.—le dije a Luke.

— Oh vamos, esos mocosos no serán más importantes que tu hermano, ¿o sí?— dramatizó.

— Nadie es más importante que mis padres y tú, pero ya sabes, es mi primer día.—reímos.

Luke era mi hermano mayor por un año, pero éramos inseparables. No solíamos ser como el resto de los hermanos que pelean por todo, en realidad, siempre intentábamos incluir al otro en nuestros planes. Luke, al igual que yo, participaba en las carreras clandestinas del centro de Carolina del Norte, era algo que practicábamos en Phoenix y lo seguimos haciendo, era una de las razones por las que se vino a vivir aquí también; me alegraba que hubiera venido conmigo.

Me había llamado exactamente hace una hora; se había quedado varado en medio de la nada por no tener combustible.

Nunca dejaría de ser un idiota.

— ¿Irás a la carrera de esta noche?— preguntó mientras nos subíamos a mi auto. Luego una grúa iría por el suyo.

— No lo sé, pienso no correr esta noche. Veré como va todo con los niños y mañana veré si me puedo escapar.

— Recuerda que dentro de poco es tu apuesta con Chris.—escupió molesto. Jamás le gusto que apostara con Chris, pero tenía que hacerlo.

— Y no planeo dejarla, sabes que ese gallina se las ha buscado.—nunca olvidaría lo que hizo.

— Hey, enana. Yo pienso que deberías dejarla, ese tipo es un idiota y hará lo que sea por hacer trampa.—gruñó Luke.

- Pero de eso se encargará mi fiel amigo Shawn, el se infiltrara con los suyos para arruinar todos sus planes.—sonreí con malicia. Siempre podría confiar en Shawn, mi mejor amigo. El también iba a las carreras con nosotros.

— Espero que nada salga mal.—suspiró Luke.

- Ni yo...

Este no era para nada un tema de mi agrado, pero la única manera de desquitarme con Chris era quitándole algo realmente importante para él, la victoria. Nadie jamás le había ganado pues, era el mejor. Dejé a Luke en su departamento y yo me dirigí a la casa de los Grier; me dio bastante vergüenza llamar a Elizabeth y decirle que llegaría tarde en mi primer día, pero si no lo hacía, Luke esperaría años por un aventón.

Shirley había empezado su trabajo de camarera hace unos días y no le iba tan mal como esperaba. Decidí pasar por una pastelería y comprar unos cuántos dulces para los niños, quería caerles bien, ya que pasaríamos todo un mes juntos. El hecho de cuidar a un chico contemporáneo a mí me tenía nerviosa, no sabía cómo era y lo menos que quería era que me causara problemas.

Llegue y estacione mi auto, baje junto con mi bolso y una pequeña maleta, tomé los dulces y caminé hasta la puerta. Saqué las llaves y las metí en la cerradura, una vez más tuve el placer de contemplar la hermosa casa, en verdad jamás me cansaría de decirlo, era hermosa.

Pasé a la sala y dejé mis cosas en uno de los sillones.

— ______. Hasta que llegas, niña. Me tenías preocupada.—sonrió Lucy, el ama de llaves.

— Lo siento, Lucy. Es que mi hermano tuvo problemas con el auto y no lo podía dejar solo.—sonreí de vuelta.— ¿Y los niños?

— Están arriba en el cuarto de Nash. Si quieres puedes subir a verlos.—sonrió.

— Claro, pero primero pasaré por mi habitación para instalarme.—sonreí de vuelta.

— Oh claro, sígueme.—murmuró Lucy y subimos las escaleras.

Puedo decir que esta habitación era más grande que todo mi departamento.

Narra Nash

— ¡Já! Te gané.—reí y empujé a Hayes.

— No me ganaste, hiciste trampa.—bufó. Hacía bastante rato que dejamos las películas y empezamos a jugar XBX mientras Skylynn jugaba con sus caballitos.

— Siempre dices que hago trampa.—reí.

— Bueno, si no la haces, pruébalo. Juguemos otra partida.—reímos y Hayes se recostó mejor en la cama.

— Esta bien, pero iré por algo de beber.—dije y me levanté. Deje el control a un lado y salí de mi habitación.

Bajé hasta la cocina y me encontré con Lucy preparando el almuerzo, la saludé y me dirigí al refrigerador por una botella de agua. Digamos que Lucy era como una segunda madre para nosotros pues, cada que nuestros padres salían, ella se quedaba a cuidarnos. La adorábamos hasta el punto de que mis padres la trajeron a vivir a casa. No debieron buscar una niñera cuando la teníamos a ella.

— Nash.—me llamó Lucy.

— ¿Si?

— Ha llegado la niñera...

— ¿En serio?— pregunté fastidiado. No quería que llegara este momento.— ¿Es demasiado vieja? Espero que no, porque de lo contrario no duraría una semana en esta casa.

— ¡Nash!— reprendió Lucy y no pude evitar reír.

— Sabes que es verdad, Lu. Esta vieja no durara más de dos sema...

— ¿Vieja?— escuché una voz suave detrás de mí. Con la vergüenza que se me salía hasta por los ojos me di la vuelta.

Esto tenía que ser una broma...

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