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-¿Vas a torturarme y luego matarme como... -le tape la boca desesperado observando de reojo a Nana quien comenzaba a poner un semblante confuso.

-¿De que esta hablando? -me interrogo Nana.

-No se, de que esta hablando debió haber sido el golpe en la cabeza.

-Pero... -volvio a hablar y le arrojé una mirada amenazadora lo que la hizo inmutarse y cerrar su boca de inmediato.

-Chan -ahora mi vista se dirigió a Nana de la misma forma -Señor diamante o lo que sea, ¿Quien es ella?

-Una amiga.

-Dijiste que era tu amante. -hablo Amanda, cosa que me hizo enojar y enfurecer, y si no estuviera Nana ya le hubiera arrancado el cuello con el tenedor que la que estaba a mi lado tenía aun en la mano.

Odio los celos, y aún más cuando es sola la simple sirvienta. ¡Por Dios!

-Es mi amiga con derecho, ya. -antes de que una de las tres en el comedor dijera algo más, tome de la mano a Roseanne y la lleve rápido a mi oficina.

-Auch, me duele. -se quejo ya adentro sobándose la muñeca, dejando a la vista las marca de las cuerdas que la tenían amarrada.

Eso me hizo sacar un reproché a mi mismo.

-Escucha. -levanto su vista a mi atenta, lo que causó que mis entrañas se estrujaran, ¿Por qué lucía tan malditamente bien con ese vestido pegado a su cuerpo y ese labial a juego con su tono de piel?
-Pon atención. -esa fue más una indicación para mí que para ella.

-¿Que hago aquí? -hablo ella primero, cosa que realmente me hizo abrir los ojos como platos y a ella también al darse cuenta lo que había hecho. -Lo..lo siento -bajo su cabeza.

-Callate- le indique enojado por alguna razón -A partir de ahora, vivirás en esta mansión conmigo, seguiras mis reglas al pie de la letra, no puedes salir sin mi permiso y sin guardias, si intentas asesinarme a media noche o a cualquier hora o huir, tengo una orden para asesinar a toda tu familia y a tí, te daré un mapa de los lugares en los que puedes relajarte dentro de la mansión, pero los marcados con X están prohibidos, además, para el mundo tu yo somos amigos con derechos.

-¿Por qué me quieres a mi? -pregunto con voz cuidadosa. -Hace días quería matarme y hoy querías que fuera violada.

-Tomalo como benevolencia.

Ella transmitía aún confusión en su rostro, ni siquiera yo sabía por qué hacía esto. Ví como bajaba la falda de su vestido, y note que sentía incómoda en el, como esque esa niña pequeña se transformó en esta escultura frente a mis ojos.

-Vas a ir con Nana a comprar ropa que te guste y con la que te sientas cómoda. -saque mi cartera y le entregué un fajó de billetes.

-No quiero tu dinero. -me dijo alejándose.

-No te estoy dando una recomendación, te estoy ordenando. -tome bruscamente su mano y lo dejé en su palma.

-Vete. -me di media vuelta y me senté en el asiento del escritorio. -recuerdalo, amigos con derechos, no secuestrada.

Le advertí y salió molesta de la oficina.

~

-¿Este hombre sufre de trastorno bipolar? -me pregunte a mi misma ya fuera de su oficina.

-Aveces. -la señora de antes respondió causando sorprenderme. -Necesita un psicólogo urgente. -dijo por lo bajó.

-El dijo que buscará a Nana y fuera a comprar ropa. -le mostre el dinero.

-¿Ir de compras? -grito entusiasmada. -Claro niña,yo soy Nana, ¿Y cuál es tu nombre?

-¿Mi nombre? Es Roseanne.

-Que lindo, ¿Está bien si te digo Rose?

-Si, todos me dicen así, me gusta.

-Entonces andando. -entrelazó su brazon con el mío y del porta abrigos tomo el suyo y salimos, la luz del sol me iluminó más del que esperaba, hace días que no lo veía.

Aún no estába 100% segura del por qué estaba en ese lugar pero tenía mis sospechas.
Aunque la teoría más lógica que pude analizar era que posiblemente y el Rey de Diámantes me quería con más vigilancia, y que mejor que tenerme las 24 horas bajo su cuidado hasta decidir cuándo matarme.

El tan solo pensar en morir, me aterraba.

El tan solo récodar que estaba lejos de casa me hacía sentir triste.

Dejando eso de lado me di cuenta que un chófer esperaba parado frente a un auto blindado.

Nos subimos y el chófer entro seguido, tomo camino hacia lo que parecía el centro el cual estaba más transitado por gente, no sabía exactamente dónde estabamos pero almenos las socialización me lucía familiar.

Nos bajaron frente a muchos puestos de comida y Nana me tomo de la mano guiandome, yo la seguí sin protesta, entramos por una una puerta eléctrica deslizable y fue cuando muchas tiendas de ropa aparecieron.

Era una chica claro que me encantaba comprar atuendos.

Estuve de tienda en tienda aunque Nana lucía mas emocionada que yo.

-Esto te quedaría precioso. -me mostraba conjuntos de todo lo que le parecía adorable, y claro que ese era mi estilo.

Desde todo tipo de prendas para cada ocasión hasta zapatos, al final terminamos con las manos llenas y aún así del fajó de billetes me sobraba más de la mitad, el guardia que estaba siempre detrás de nosotras nos ayudó con algunas bolsas.

-Necesita ropa interior.

-Si creo que eso es lo único que me hace falta.

-Y un pijama. -asenti.

Entramos a otra tienda llena de lencería, lo cual me hizo sonrojarme.

-Soy de las que utiliza, más de corazones y flores Nana -le hablé bajito.

-Mujer prevenida vale por dos -y así compro algo de lencería para mí y algunos que a mi me parecían cómodos.

-Deberiamos llevarnos un par de camisones sexys.

-¡Nana! -le dije entrando en pánico.

-Niña, debes aprovechar tu figura ahora que la tienes.

-Bien, pero también llevaremos pijamas normales.

-Esta bien.

Luego de dar abasto, regresamos a la mansión, en realidad no había logrado mirar con claridad el lugar por fuera, pero la fachada era hermosa, tenía un portón con seguridad hasta el cuello, sin embargo después de eso, pinos enormes formaban un arco y recorría un camino hecho de rocas, en el centro del jardín había cuatro espacios llenos de rosas y en medio una fuente, la mansión era gris con negro pero se miraba elegante, podía observar a lo lejos establos y bosque más allá. Los lujos que un mafioso podía tener asesinando...

-Llegamos a casa. -Nana dejo su abrigo de nuevo de donde lo había sacado antes de irnos y el guardia entro tras de ella dejando las bolsa en el piso.

-¡Chiquito! -grito esta y El Rey de Diamantes apareció con una taza de té en la mano.

-Nana, arruinas mi lado rudo enfrente de ella. -le quito la taza y movió su cabeza en mi dirección.

-Ayuda a Rose a dejar sus cosas en su habitación. -el giro los ojos y me miró con pesar, tomo unas cuantas bolsas y yo tomé otras y lo seguí, pensé que me llevaría al cuarto donde había despertado pero en cambio fue otro muy diferente.

-La primera habitación parecía cuarto de hotel así que prepare lo más rápido que pude este. -mis ojos se abrieron de sorpresa.

-Es bellísimo. -seguia impactada.

-Aqui dejo las bolsas yo me voy. -cuando las puso en el suelo una de ellas se calló mostrando la linceria que había comprado, el quedó perplejo y mis mejillas se tornaron rojas, enseguida lo puse dentro de la bolsa, y sin más escuche un fuerte portazo.

Suspiré profundo, que vergüenza...

N A I P E S (en edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora