El silbido de la tetera me saco del trance en el que había quedado, nerviosa y quitando unos mechones de mi cara, me moví incómoda en mi lugar, camine de nuevo hacía la estufa y la apagué, ya virtiendo el agua caliente sobre la taza podía sentir la mirada perforante de el, como si calculará cada movimiento mío, puse una de las bolsitas de té dentro y le pasé la azucarera, escuche una risa de su parte y lo mire confundida.
-Te digo que puedes decir mi nombre real ¿Y dejas de hablarme? -pregunto tomando unas cuantas cucharadas de la azucarera y poniendolas en su té.
-No deberías decir esas cosas, yo no puedo llamarte así, Rey de Diámantes. -dije mientras dejaba de regreso la tetera a su lugar.
Aunque sinceramente estaba buscando otra cosa que hacer que no fuera pensar en lo que había dicho.
-¿Por qué Roseanne? -dio un sorbo a su té.
-Por que tu eres inserte grosería Rey, este es tu inserte grosería palacio y yo soy tu inserte grosería secuestrada. -le conteste recordando las palabras que le habia dicho a Amanda claro que un poco editadas, una carcajada sonora salió de sus labios.
-Rose, ¿No dices maldiciones verdad? -pregunto riéndose de mi a lo que yo fruncí el seño.
-No, me parece de muy mal gusto escucharlas y decirlas. -le di un vistazo mientras el ponía demasiada atención. -Es muy denigrante. -dije en susurro.
-Explicame que significa denigrante para poder responderte. -apoyo su mano sobre su mejilla mirándome divertido, ¡Se estaba burlando de mi!.
Le entrecerre los ojos, no le veo nada de malo a no proferir groserías a diestra y siniestra como el, así que indignada decidí dar la vuelta y salir de la cocina pero antes de dar siquiera tres pasos, ocurrió algo que me dejó plasmada... Sorprendida... Atónita...
Sentí sus brazos fuertes abrazándome, su suave aliento hacía cosquillas en mi cuello, y sentía su pecho subir y bajar detras de mí espalda en cada respiración que el daba, me dió un vuelco al estómago y mi corazón pareció detenerse por un milisegundo, estaba demaciado cerca de mí, el aire se me había esfumado, hablo encerio, ¿Como se respiraba?
-¿No me recuerdas Rose? -susurro en mi oído y la verdad esque ni siquiera analice bien su pregunta pero aún así respondí.
-¿A..a qué te refieres? -tartamudie nerviosa por su cercanía pronta.
-Es como ser una pequeña paloma encerrada, pero cuando perdonas eres libre. -mis ojos se abrieron como platós, ¿Como el sabía esa línea que mi padre había dicho?
-¿Quien eres? -me gire y me arrepentí mentalmente por qué el aún no me soltaba y nuestros cuerpos seguia demasiado juntos.
-Un cabron.
-Chanyeol. -le reproche sin darme cuenta en que había dicho su nombre.
-¿Uhmm? -el sonrió y se acerco un poco hasta que nuestras respiraciónes de tocaron.
No puede ser.
Esta apunto de besarme .
¿Pero por qué no puedo alejarme?
Por alguna razón esperaba ansiosa el tacto de sus labios con los mío pero este nunca llegó.
-¡Hermanito! -un grito en la puerta principal nos hizo separarnos de golpe, el tosió incómodo pero luego pude notar que se puso rígido.
-Mierda. -empezo a dar vueltas de un lado a otro, para luego concentrarse en un punto fijo detrás de mí espalda, voltie lentamente y un muchacho masomenos de mi edad nos miraba atónito.
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N A I P E S (en edición)
FanfictionEl rey de diamantes representa la codicia y la avaricia que se le atribuía a Julio César. Quien diria que en el siglo XXI, reencarnaria aquel hombre indeseable y peligroso del cual se tendría que mantener alejado. Hábil con lo negocios, Calculador...