Capitulo 18

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El profesor de matemáticas hablaba y hablaba pero como de costumbre, yo no escuchaba, simplemente por el echo de que no entendía ni una sola palabra de lo que decía.

Quedaba un mes de clases y necesitaba sacar buenas notas para poder graduarme, y la verdad es que estaba bastante orgullosa de mis resultados académicos, pero, sin embargo, las jodidas matemáticas eran mi punto débil. 

Dirigí mi mirada hacia Tom, quién no estaba prestando atención al profesor, ya que estaba con su móvil a escondidas.

No lo entendía, no prestaba atención y siempre sacaba unas notas impecables.

Este chico era un genio.

Cuando sonó la campana anunciando el cambió de clase, suspiré girando mi cabeza hacia la ventana.

Un mes y sería libre.

Un mes y podría dedicarme plenamente a mis libros y a leer con total tranquilidad.

En ese instante, noté algo que golpeó mi cabeza.

Me giré para encontrarme con una bola de papel en el suelo, al lado de mis pies. Levanté mi mirada para echar un vistazo alrededor de la clase, pero no encontré a nadie que se delatara.

Cogí la bola de papel y la abrí lentamente para ver escrito: PATÉTICA.

Al instante volteé los ojos: Clara. 

Cómo no.

Me di la vuelta, levantándome para lanzar la estúpida bola de papel a la papelera pero por mi camino se cruzó la reina de Roma con una sonrisa extremadamente repelente. 

-¿Te a gustado mi regalito?

La ignoré, avanzando hacia la papelera.

-Ni se te ocurra lanzarla a la basura. Será la última nota que te escriba. 

Fruncí el ceño, deteniendo mis pasos.

¿Que había dicho?

Me giré hacia ella sin entender nada. 

-Ah... ¿Que no te lo han contado? Una agencia de moda me ha contratado en París. 

Alcé las cejas con sorpresa. ¿A ella? 

-Entiendo que me tengas envidia. Las dos sabemos que a ti nunca te podría haber sucedido, bonita.

Espera un segundo... ¿Lo estaba diciendo enserio? ¿Se iba? ¡¿A París?!

Miré hacia todos lados, quería gritar de la alegría.

Entonces mi mirada chocó con Jake. Estaba sentado encima de su pupitre, y me guiñó un ojo con una gran sonrisa en su rostro. 

Espera, espera. Mi diosa interna paró de dar piruetas.

¿Porque estaba sonriendo él? No me daba buena espina. Era demasiado perfecto para ser cierto. 

-Bueno, dejo de perder el tiempo contigo. Hasta nunca patética.

Me quedé plasmada en mi lugar.

No entendía nada.

¡La estúpida de Clara se iba a París!

La profesora de inglés entró en clase haciendo que volviera a mi sitio.

Cogí mi móvil a escondidas para enviarle un mensaje a Jake, pero para mi sorpresa ya tenía uno suyo:

Ya le puedes decir a tu madre que vas a hacer algún estúpido trabajo. Te espero al final de clases, en el aparcamiento.

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