Capítulo 2: EL DIAGNÓSTICO

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Arthit odiaba ir al hospital y odiaba tener que esperar a ser atendido. Pero aquel día parecía que por primera vez no tendría que esperar años para que alguien se dignara a tratarlo.

Apenas sacó su turno, la doctora Madeleine, quién intuía era extranjera, lo llamó para ser atendido.

Arthit se negó a entrar sólo y de hecho obligó a Kongpob a entrar primero antes que él al consultorio.

—Bien... ¿Quién de ustedes es Arthit Rojnapat?—

—Yo soy... —respondió con timidez el mayor, mientras ambos tomaban asiento frente a la simpática doctora.

—Bien Arthit.. Dime, ¿qué tienes?—

—Bueno, no es nada grave en realidad, yo ni siquiera quería venir pero él me obligó. —respondió con resentimiento, señalando a Kongpob con el pulgar.

—Bueno, dime qué es y yo luego decidiré si es grave o no.—

—Estuve con vómitos y náuseas toda la mañana, a parte de eso estoy muy bien.—

—Si me permite... —interrumpió Kongpob. —Él ha estado teniendo cambios de humor muy drásticos, pasa de la risa al llanto en un segundo y eso me tiene preocupado. También está muy sensible, reacciona y tiene comportamientos que jamás antes había tenido.—

—¿Cómo cuales? —preguntó intrigada.

—Se despierta de madrugada a comer. Él jamás había hecho eso antes.—

—¡Eso solo pasó hoy! —respondió enfadado su novio.

—Sí, pero también estás comiendo descontroladamente.—

—¿Cómo era antes?—

—Pues comía normal, pero ahora come mucho más que antes.—

—¡Kongpob, cierra la boca!—

—Tranquilo, Arthit. Estamos aquí para ayudarte. Y quizás los eventos estén relacionados, así que es mejor si eres completamente sincero. No tienes que sentirte avergonzado por nada.—

—Y... hay algo más... —mencionó el menor algo cohibido, sabía que aquel tema hería profundamente la sensibilidad de Arthit.

—Dime, con confianza.—

—Tiene una barriga... —

—¿Disculpa?—

—¡¿Qué dijiste?! —lo miró incriminadoramente su novio. Si sus ojos hubieran sido dagas probablemente Kong ya hubiera muerto apuñalado unas cuantas veces.

—Sí, pero no es una barriga normal. —se justificó rápidamente. —Es rígida como si fuera una pequeña pelota debajo de su piel.—

—Eso definitivamente no está bien.—

—¿Qué quiere decir? —preguntó asustado Arthit.

—Por el momento, no puedo darte un diagnóstico. Te haré un par de chequeos y unos análisis para verificar que todo esté en orden ¿Okey? —la pareja asintió a la par. —Bien, Arthit recuéstate sobre la camilla, por favor y levántate la camiseta.—

Arthit obedeció con timidez a la petición. No le gustaba ir enseñando su cuerpo a cualquier persona que pasaba por delante suyo pero ya no tenía de otra.

Las frías manos de la doctora tantearon su abdomen buscando la dureza que Kongpob había descripto y ciertamente tuvo que darle la razón. Eso no era normal.

—¿Te duele cuando presiono? —Arthit negó lentamente. —¿Desde cuándo la tienes?—

—No lo recuerdo... Simplemente fue creciendo. Creí que era gordura.—

Malditas HormonasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora