Capítulo 18: PROBLEMAS DE LA PATERNIDAD

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DÍA 1:

Para Arthit, encontrarse con su pequeño no fue lo que siempre soñó. Sabía que sería inolvidable aquel momento en el que hiciera contacto por primera vez con su hijo pero, de alguna forma, no esperó que lo marcara tanto.

Arthit le sonrió con cariño y acarició su pequeño pecho con suavidad, cuidando mucho del peso que recargaba sobre él. Lo observó entonces con intensidad y se mordió el labio inferior para reprimir sus ganas: realmente se moría por tomarlo en brazos. No sabía si era una cuestión fisiológica o si se trataba simplemente de un capricho suyo, pero lo anhelaba con locura.

-A penas te conozco y creo que ya me enamoré de ti... -expresó él, del otro lado del cristal. -Vamos Kong, ¿no quieres tomar su manito? -llamó la atención del menor. Kong observaba sus acciones sin atreverse a imitarlo en completo silencio.

-Aún no p'. Tengo miedo de hacerle daño, es muy frágil. -se excusó él.

-No vas a lastimarlo, es un bebé premaruro no de plastilina. -intentó convencerlo Arthit.

-Aún así prefiero no hacerlo.-dijo con un tono demasiado definitivo. Al mayor su reticencia le preocupó, era un niño delicado pero el negarse siquiera a tocarlo le parecía extremo.

-No podrás amarlo si no tienes ningún contacto con él.-

-A mi me basta con saber que es mi hijo para amarlo incondicionalmente.-

-Pero la doctora dijo que sería beneficioso para ti. Además él no te conoce, no siente nada que lo una a ti, debes acercarte para que formes un lazo con él.-

-No me siento preparado p'Arthit, por favor no insistas. -respondió él, zanjando la discusión bruscamente. En el interior de Arthit se encendió la alarma de precaución: Kong estaba muy malhumorado.

El mayor frunció el ceño ante su actitud. No le parecía nada simpático que Kong rechazara el contacto con el bebé y en cierta manera quería recriminárselo pero después de todo lo que el menor tuvo que pasar optó por simplemente dejarlo ser. Él ya no quería gastar su energía peleando, ahora tenía algo mejor en que invertirla: su hijo.

♦•♦•♦•♦•♦

DÍA 5:

Los encuentros con el pequeño Yue se volvieron habituales para ellos. Arthit y él iban a verlo a la unidad de cuidados intensivos periódicamente para estar en contacto con el niño, aunque él, realmente, no lograba poder tocarlo. Había algo -un botón interno fue como lo definió Kong- que lo frenaba cada vez que tenía la intención de hacer contacto con el bebé.

Para Arthit, sin embargo, la historia era diferente. Él, afortunadamente, había logrado familiarizarse con la situación muy rápido y no le daba temor acariciarlo, cambiar sus pañales o bañarlo -incluso en las circunstancias tan complicadas que implicaban manipularlo- mientras que para Kong el sólo roce con su pequeño resultaba tarea imposible. No podía hacer contacto directo y sabía con certeza que estaba siendo exagerado pero tampoco podía quitarse ese miedo interno de herirlo sin intención.

Arthit, por suerte, no había dicho nada al respecto y aquello le sorprendió bastante al decir verdad porque incluso él mismo se hubiera enfadado mucho si fuera Arthit quién estuviera en su lugar pero el mayor se mostró comprensivo y se lo agradecía.

Arthit, ahora más vitalizado, tomó por costumbre pasar mucho tiempo en cuidados intensivos y Kong muchas veces le hacía compañía en silencio, mientras lo observaba hablarle al bebé con voces raras y hacerle morisquetas.

-En dos días se cumplirá una semana y me darán el alta. Igualmente como tengo la herida de la cesárea me dijeron que podía quedarme un tiempo más si lo necesitaba, para poder estar más cerca del bebé.-

Malditas HormonasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora